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Sumario

1.      Presentación

2.      Por el debate sobre la causa y naturaleza de la crisis actual    ( escritos compressos ) 

3.      La crisis actual: crisis de superproducción de capital               ( escritos compressos )

2. Por el debate sobre la causa y naturaleza de la crisis actual

(Artículo elaborado en 1994 y publicado en Rapporti Sociali n.17-18,

otoño de 1996. La traducción ha sido revisada por su autor y el texto

ha sido puesto al día)

Sumario

Introducción

1. ¿Hay actualmente una crisis en curso?

2. La fase imperialista

3. Las crisis de la fase imperialista y las crisis del siglo XIX  estudiadas por marx

4. Crisis generales y crisis economicas

5. La teoria de la crisis general de superproduccion absoluta de capital

6. Crisis general de superproduccion absoluta de capital y tendencia decreciente de la cuota de ganancia

7. Superproduccion de mercancias y superproduccion de capital

8. Superpoblacion y crisis general de superproduccion absoluta de capital

9. El capital financiero y la crisis de superproducción absoluta de capital

10. El papel revolucionario de las contradicciones objetivas y el papel revolucionario de la iniciativa subjetiva

11. Dominar la teoria de la crisis actual y transformarla en linea politica

NOTAS

 

 

Introducción

 

Los análisis políticos deben ser consecuentes con la "profesión de fe"

en el materialismo histórico

 

Los comunistas de Europa comienzan, por fin, a discutir sobre la causa y la naturaleza de la crisis actual. Hasta ahora, en la interpretación general de la naturaleza del período actual, también ha prevalecido entre los comunistas la hegemonía cultural de la burguesía imperialista, actuando como un obstáculo a su iniciativa política en el sentido de que esa cultura oculta la división de la sociedad en clases y la lucha de clases, por un lado, con frases vacías pero ruidosas (crisis estructurales, época post-industrial, globalización de la economía, capital transnacional, revolución informática, etc.) y, por otro, dando discursos con todo lujo de detalles acerca de las transformaciones en los procesos de trabajo, en las relaciones comerciales, en las instituciones financieras, etc... En realidad, es justamente la división de la sociedad en clases y la lucha de clases las que constituyen el aspecto del movimiento económico que permite comprender el movimiento político y cultural de la sociedad, elaborar una línea política científica y llevar a cabo una lucha política victoriosa (1). En efecto, tal como afirman los marxistas desde hace ciento cincuenta años y como lo han demostrado teórica y prácticamente, el movimiento político y el movimiento cultural de la sociedad se alzan, como su superestructura, por encima de las luchas de clase determinadas por el movimiento económico de la misma sociedad.

En este período, es indispensable y absolutamente necesaria la lucha de los comunistas contra el subjetivismo, el economicismo y el eclecticismo. Con más razón aún cuando se está desarrollando una nueva situación revolucionaria a largo plazo de carácter mundial (análoga a la del período 1910-1945) y los regímenes políticos de cada país y el sistema de relaciones políticas internacionales están en crisis, se mantienen inestables o son presa de sobresaltos e incertidumbres. La resistencia frente al avance de la crisis será el aspecto que caracterizará la vida de las masas populares en los próximos años. El enfrentamiento entre la movilización revolucionaria y la movilización reaccionaria de las masas que ya comienza a perfilarse va a caracterizar la lucha política de los próximos años en cada país. De eso no nos cabe duda.

Con toda seguridad se va a desarrollar una nueva oleada de revoluciones socialistas y de nueva democracia. Lo que está en discusión es su victoria o su derrota, en qué países triunfarán y en cuáles serán derrotadas. La unidad económica real del mundo en que vivimos es precisamente la que hará que tenga lugar en cada país el enfrentamiento entre la movilización revolucionaria y la movilización reaccionaria de las masas (hecha salvedad de las diferencias de intensidad, tiempo y formas, cuestiones que son secundarias para la discusión en curso), la que hará pasar a todos los países por una situación revolucionaria en desarrollo (es decir, por un largo período de inestabilidad de sus respectivos regímenes políticos) y, por consiguiente, la que llevará al triunfo a las revoluciones socialistas y de nueva democracia, al menos en algunos países, a pesar de la lucha encarnizada y sin reservas que la burguesía tratará seguramente de llevar a cabo para ahogarlas.

Este próximo futuro exige que los comunistas tengan una comprensión cabal del movimiento económico de la sociedad y de la crisis general actual. Es una condición indispensable para poder estar a la altura de las tareas que le son propias.

Para dirigir exitosamente la lucha de la clase obrera a la conquista del poder y la lucha de las masas populares a fin de acabar con la dirección de la burguesía imperialista sobre la sociedad, los comunistas necesitan tener una justa comprensión del movimiento económico de la sociedad y, por consiguiente, de la causa y naturaleza de la crisis actual. Toda la historia del movimiento comunista, tanto en lo que respecta a los éxitos obtenidos como a las derrotas sufridas, confirma dicha tesis. Hoy es preciso combatir especialmente la tendencia de algunos camaradas a abordar el análisis del movimiento económico como si fuese un hobby o un tributo a pagar a nuestra formación marxista, a nuestra "profesión de fe" en el materialismo histórico. Tales camaradas no ven las relaciones que unen (a veces indirectamente, a través de diferentes eslabones intermedios y de un proceso tortuoso) el movimiento político y cultural de la sociedad (terreno sobre el que se desarrolla actualmente nuestro trabajo) al movimiento económico de la misma ni consideran que sea necesario investigarlas. De esta forma no basan sus análisis del movimiento político y cultural ni la línea política en el análisis del movimiento económico. Y esto sucede porque, a pesar de su "profesión de fe" en el materialismo histórico, ven la economía y la política como dos terrenos separados. En su cabeza, conciben a grosso modo la estructura económica de la sociedad capitalista como algo que permanece inmutable. Cuando hablan del movimiento económico de la sociedad, se limitan a recordar lo que Marx ha escrito sobre el capitalismo y en general sobre la sociedad de su época o lo que Lenin ha escrito sobre el imperialismo en general y sobre la sociedad de su época, como si la estructura económica de toda sociedad burguesa no sufriese transformaciones importantes en su movimiento interno (formación, crecimiento, madurez y declive). En cambio, cuando hablan del movimiento político, de los métodos de lucha, de las formas de organización, exigen justamente que se tengan en cuenta los fenómenos nuevos y las nuevas formas adoptadas por la lucha de clases. Como si el movimiento político se desarrollara en líneas generales arbitrariamente, determinado solamente (o al menos principalmente) por la iniciativa de individuos, partidos o clases. No ven que tales iniciativas nacen y se desarrollan en base al movimiento económico de la sociedad.

Que entre los comunistas de Europa se haya iniciado un debate sobre la causa y la naturaleza de la crisis actual es un paso importante. Por ello debemos hacer todo lo posible para que el debate se amplíe y profundice, a fin de que los comunistas logremos dar un salto en el conocimiento de la realidad.

En la revista Rapporti Sociali, hemos expuesto y demostrado en numerosos artículos la tesis de que la crisis actual es la segunda crisis general de superproducción absoluta de capital que se produce bajo el capitalismo (2). Más adelante, nos limitaremos a señalar algunos puntos a los que, en nuestra opinión, no se les ha prestado aún la atención que merecen en el debate entre comunistas. Nos referimos a las posiciones expuestas recientemente por algunos camaradas, en particular a las expuestas en los artículos Crisis de desarrollo o desarrollo de la crisis y Sobre la crisis de superproducción firmados por M.P.M. (Arenas), aparecidos respectivamente en los números 16 (octubre de 1991) y 24 (abril de 1994) de Resistencia (3), órgano del PCE(r). En este último caso bajo la forma de suplemento. Por el momento, dado el carácter inicial del debate, no vemos necesario responder directamente a las críticas, más o menos serias, que se hacen desde diferentes puntos de vista a nuestras tesis sobre la crisis actual. Lo haremos en el momento que juzguemos más oportuno para el buen desarrollo del debate entre comunistas en el que tenemos la firme intención de participar.

 

1. ¿Hay actualmente una crisis en curso?

(o a propósito de los camaradas que niegan la división de la fase

imperialista en períodos)

 

Esta pregunta puede parecer provocadora, pero es necesario planteársela a algunos camaradas, a fin de exigirles una respuesta clara e inequívoca. Efectivamente, a la hora de referirse a la "crisis general" por la que atraviesa el modo de producción capitalista desde el comienzo de su fase imperialista, evitan entrar en el problema de la causa y de la naturaleza de la crisis actual.

1.1. Vivimos en la fase imperialista. Esta fase comenzó en líneas generales en el último cuarto del siglo XIX y dura todavía. Es la fase de decadencia y crisis general del capitalismo en la que éste va a desaparecer y en la que el socialismo va a imponerse en todo el mundo (4). Es la fase en la que, en el desarrollo de la humanidad, la contradicción entre el carácter colectivo de las fuerzas productivas y el carácter capitalista de las relaciones de producción se ha convertido en la contradicción principal. Esta contradicción caracteriza a la fase imperialista, desde el comienzo hasta el final. En consecuencia, la decadencia del capitalismo y la afirmación del socialismo es el rasgo característico del capitalismo en su fase imperialista.

¿Son acaso suficientes esa contradicción y esa característica a las que nos acabamos de referir para determinar la causa y la naturaleza de la crisis actual? Aducir como explicación de la crisis actual esa contradicción y esa característica, propias de la sociedad capitalista en su etapa imperialista, equivale a negar que en este momento está en curso una crisis.

Con el comienzo de la fase imperialista, el modo de producción capitalista ha pasado de una época de auge a otra de decadencia desde el momento en que el carácter colectivo o social de las fuerzas productivas y de la actividad económica ha prevalecido sobre su carácter individual, convirtiéndose en lo principal. Esto supuso un salto en la contradicción entre fuerzas productivas y relaciones de producción. Por consiguiente, el carácter colectivo de las fuerzas productivas ha pasado a ser el aspecto principal durante toda la fase imperialista.

Esto da lugar en la sociedad capitalista a la formación y destrucción continúa de las formas antitéticas de la unidad social (FAUS). La formación, actividad y eliminación de las FAUS es una característica específica del modo de producción capitalista durante la fase imperialista. Es imposible comprender el movimiento económico de las sociedades imperialistas sin utilizar el concepto de formas antitéticas de la unidad social. Quienes no comprenden ni adoptan esta categoría oscilan en sus análisis entre la negación de la diferencia cualitativa que supone en el terreno económico la época preimperialista y la época imperialista ("nada ha cambiado") y la concepción del imperialismo, desde el punto de vista económico, como algo completamente diferente del capitalismo ("todo ha cambiado", se ha formado un nuevo modo de producción, un modo de producción que, por consiguiente, ya no se desarrolla según las leyes descubiertas y demostradas por Marx en El Capital).

La contradicción entre fuerzas productivas y relaciones de producción está vigente como contradicción antagónica durante toda la fase imperialista, desde el principio hasta el final. Esto da lugar inevitablemente a movimientos y fuerzas revolucionarias que intentan adecuar las relaciones de producción al carácter colectivo de las fuerzas productivas, es decir, a movimientos y fuerzas revolucionarias que tienden al socialismo.

Estos rasgos propios del modo de producción capitalista durante toda la fase imperialista no pueden explicar el carácter específico de los períodos opuestos de crisis y expansión en los que se divide la fase imperialista ni el tránsito de un período de expansión a otro de crisis. El problema es el siguiente: teniendo en cuenta la contradicción antagónica entre fuerzas productivas y relaciones de producción que existe en su seno, ¿en qué momento el sistema imperialista mundial pasa de un período de expansión a otro de crisis? Algunos camaradas sostienen que la causa de esta crisis reside en la contradicción entre el carácter colectivo de las fuerzas productivas y las relaciones de producción capitalistas. Pero esta contradicción es la causa del movimiento económico de la sociedad a lo largo de toda la fase imperialista y no solamente de sus períodos de crisis (por ej. : es también la causa de la formación o destrucción de las FAUS, de la revolución proletaria, etc.). Por tanto, dicha contradicción no es la causa específica de la crisis. Y es que no se puede explicar la sucesión de períodos de enfermedad y de buena salud en la vida de un hombre por el mero hecho de su propia existencia, aunque con toda seguridad no tendría ni enfermedad ni buena salud si ese hombre no existiese. De la misma manera, si no existiese esa contradicción entre fuerzas productivas y relaciones de producción no habría períodos de crisis ni períodos de expansión tal como se presentan en la fase imperialista. Tanto los períodos de crisis como los períodos de expansión tienen lugar en el contexto de la contradicción antagónica entre fuerzas productivas que tienen ya un carácter colectivo y relaciones de producción que todavía son capitalistas. Esa es su base común.

La decadencia y descomposición del capitalismo, su inevitable sustitución por el socialismo, es decir, la superación definitiva del mismo, no se realizan (se ha visto bien en durante el siglo XX) mediante un solo acto, por muy traumático que sea, sino a través de períodos agudos de la "enfermedad" que alternan con períodos de bienestar aparente, como sucede durante muchas enfermedades. ¿Cuándo el período agudo de la enfermedad reemplaza al de bienestar o de curación aparente?¿Cuál es la naturaleza de los períodos de crisis aguda? He aquí el problema del que discutimos, una vez admitida la conexión entre ambos períodos, como estadios de una misma y única enfermedad del organismo que se encuentra ya minado (es decir, del modo de producción capitalista y de la sociedad burguesa de la que es el modo de producción principal y dirigente).

Lenin ha remarcado y puesto de manifiesto la crisis general en la que entró la sociedad burguesa de su tiempo, crisis que podría haber sido la crisis final del capitalismo si la clase obrera de los países imperialistas hubiera conseguido tomar el poder al menos en algunos de ellos. Pero esto no sucedió, pues la clase obrera no logró tomar el poder ni en los países de Europa occidental ni en los de América del Norte. Esta crisis general finalizó aproximadamente hacia 1945 sin que la clase obrera eliminase el poder de la burguesía en todo el mundo. La clase obrera tomó el poder en algunos grandes países, pero en todos los grandes países imperialistas se instalaron nuevos regímenes burgueses. Tanto en los primeros como en los segundos, así como en los países colonizados (que se estaban convirtiendo en semi-colonizados), "todo" había cambiado. Pero no todo había cambiado. Los comunistas de la época debían hacer frente a una nueva situación (a un nuevo período de reactivación y desarrollo del capitalismo, a la existencia de un campo socialista, a los países semi-colonizados). Y la han afrontado como han podido. El resultado ha sido la construcción del socialismo, el revisionismo moderno y la revolución cultural proletaria. A continuación, aproximadamente hacia mediados de los años 70, llegó la nueva crisis general del capitalismo. Los camaradas que detienen la historia en la época de Lenin se equivocan y deforman sus propias enseñanzas. Lenin no podía mostrar lo que todavía no existía ni comprender una experiencia que todavía no se había realizado (5). En Lenin encontramos la comprensión de la crisis general del capitalismo, pero es imposible encontrar en su obra la comprensión de lo que ha sucedido después. En Lenin encontramos la "clave" para leer y comprender lo que ha sucedido después. Esta clave es preciso utilizarla. Es preciso constatar que la primera crisis general del capitalismo (iniciada en torno a 1910) acabó en 1945 sin la eliminación definitiva del capitalismo en todo el mundo y por consiguiente sin la eliminación definitiva del capitalismo. ¿Estudió Lenin este hecho? Evidentemente no lo estudió. ¿Era inevitable que eso sucediese? ¿Era ése acaso el único desenlace posible de la crisis general iniciada en 1910? No, pues en todo caso ese desenlace fue resultado de la lucha política entre la clase obrera y la burguesía imperialista durante los años 20 y 30. Era solamente una de las dos salidas posibles de la crisis general. ¿ Excluía Lenin ese desenlace? No lo excluyó en absoluto, de la misma manera que no excluyó la victoria general del socialismo.

Quien se obstina en repetir como una fórmula la tesis de la crisis general única (o sea, que abarca toda la fase imperialista) y final ( es decir, que finalizará solamente con el fin del capitalismo), etc., no hace ningún servicio ni a Lenin, ni a su causa, ni a la causa de la clase obrera y de las masas populares.

1.2. Por otra parte hay un amplio sector de la cultura burguesa que se limita a medir, a sublimar o a lamentar alternativamente las reactivaciones y recesiones económicas, en suma esas pequeñas oscilaciones de corto plazo (de aproximadamente uno a dos años) a través de las cuales tiene lugar el movimiento económico de las sociedades imperialistas. Esta es también una forma de negar que el capitalismo atraviesa ya hoy por una crisis general.

Esos camaradas a los que antes nos hemos referido, al igual que los exponentes de la cultura burguesa a los que acabamos de aludir, eluden el hecho, cada uno a su manera, de que a partir de mediados de los años 70, aproximadamente, hacia 1975, comenzó una nueva crisis general (económica, política y cultural, una crisis mundial de largo alcance) similar en algunos aspectos a la que tuvo lugar entre 1910 y 1945 (6).

En general, unos y otros eluden el hecho de que:

— la fase imperialista, caracterizada durante toda su duración por la contradicción principal ya citada que constituye su naturaleza, se divide en períodos opuestos (7): períodos de crisis (1873-1895, 1910-1945, 1975-?) y períodos de desarrollo (1895-1910, 1945-1975),

— el socialismo se encamina hacia la victoria en todo el mundo a través de períodos opuestos de expansión y repliegue.

 En realidad, algunos camaradas niegan en sus análisis que la fase imperialista se divide en períodos; otros, si bien también admiten esta división, hablan de ella en abstracto o la sitúan en otros contextos, pero, a la hora de analizar la crisis actual, no toman en consideración dicha división, o en todo caso evitan definir el carácter de cada período (8).

 El objeto de nuestro debate, es la definición del período actual, es decir, la definición de la causa y de la naturaleza de la crisis actual. O sea, que no se trata de la naturaleza general de la fase imperialista (para esto ver Lenin y Stalin), ni de la naturaleza de las reactivaciones y recesiones a corto plazo a través de las cuales tiene lugar el movimiento económico de las sociedades imperialistas (tanto en los períodos de crisis como en los períodos de desarrollo).

 

2. La fase imperialista

(o a propósito de los camaradas que atenúan la importancia del

tránsito del capitalismo a la fase imperialista)

 

La fase imperialista comenzó en torno al último cuarto del siglo XIX y se mantiene todavía. Ningún marxista digno de tal nombre puede hacer el análisis del período actual sin tener en cuenta prácticamente, en el análisis de cada aspecto o en la definición del período, el hecho de que nos encontramos en la fase imperialista. Por ello debe tomar en consideración no sólo las leyes generales del modo de producción capitalista (descubiertas y expuestas por Marx, y válidas en tanto que exista este modo de producción y, por tanto, válidas igualmente para la fase imperialista), sino también las características específicas de la fase imperialista.

“Es tarea inevitable de los comunistas -se afirma en el Programa del PCE(r)- analizar desde una perspectiva histórica, los principales métodos de lucha y las formas de organización que adopta el movimiento revolucionario; es decir, estudiarlos de acuerdo con la evolución del sistema económico, con la naturaleza del régimen político de la burguesía y el desarrollo de la lucha de clases” (9).

Como se puede ver, el PCE (r) afirma justamente, de una manera clara y precisa, que es necesario tener en cuenta, a efectos políticos, la evolución del sistema económico. Todos los marxistas y todos los defensores del materialismo histórico afirman además que no se pueden comprender la naturaleza del régimen político de la burguesía, el desarrollo de la lucha de clases, el contexto general en el que se desarrolla actualmente la lucha de clase en todo el mundo, el contexto político del imperialismo y del régimen de los monopolios, el oportunismo y otras muchas cosas análogas, si no se comprende el contexto económico del imperialismo.

Todo esto nos lleva a concluir que el debate sobre la causa y naturaleza de la crisis actual debe basarse tanto en las leyes generales del modo de producción capitalista como en las características económicas específicas que el modo de producción capitalista adquiere en su tránsito a la fase imperialista. Estas características no las tenía antes, lo cual hace necesario determinar claramente el papel que juegan en las crisis de la fase imperialista. De ahí la necesidad de caracterizar con precisión el contexto económico del imperialismo, ya que es en este contexto donde se desarrolla la crisis actual. Algunos compañeros manifiestan que existe un contexto económico del imperialismo con rasgos específicos que no existían en la época precedente; pero, cuando pasan al análisis de la crisis actual, olvidan precisamente esos rasgos específicos y sostienen que las crisis de la fase imperialista tienen la misma causa y la misma naturaleza que las crisis de la fase precedente y no ven ni siquiera necesario demostrar tal afirmación.

 

3. Las crisis de la fase imperialista y las crisis del siglo XIX

estudiadas por marx

 

Nuestra tesis sobre la crisis actual afirma que, desde que el modo de producción capitalista entró en su fase imperialista, han cambiado la causa y la naturaleza de las crisis. En particular, la causa y la naturaleza de las crisis en la sociedad imperialista son diferentes de la causa y de la naturaleza de las crisis cíclicas de la época pre-imperialista (que se repetían aproximadamente cada diez años) descritas por Marx en El Capital.

Es un hecho constatado que esas crisis cíclicas decenales han acabado. Tuvieron lugar en 1815, 1825, 1836, 1847, 1857, 1867. La última de ellas se produjo en 1867, como afirma y explica Engels en el prefacio de 1886 a la edición inglesa del libro I de El Capital.

Es un error situar en un mismo plano las crisis económicas cíclicas de la época preimperialista (propias de la fase de maduración atravesada por el modo de producción capitalista durante la primera mitad del siglo XIX) (10) y las crisis generales de la fase imperialista, como si fueran fenómenos de la misma naturaleza.

El que confunde ambas, niega o atenúa el salto cualitativo dado en el terreno económico por el modo de producción capitalista en el tránsito de la etapa de su afirmación y crecimiento (es decir de la etapa preimperialista), a la época de su decadencia, descomposición e ineluctable reemplazamiento por el socialismo (es decir, a la fase imperialista). La incomprensión y atenuación de este salto cualitativo en el terreno económico tienen efectos importantes en el plano político: con ellas se despoja de su base material, económica, el salto realizado en los objetivos y, por tanto, en los métodos de lucha y formas de organización del proletariado, desde el momento en que éste ha pasado de la época de preparación de las fuerzas revolucionarias a la de las revoluciones proletarias (salto cuya expresión teórica es el leninismo) (11). ¿Significa esto entonces que quien no comprende el movimiento económico jamás y en absoluto podrá comprender el movimiento político? Ciertamente no, la historia nos ofrece no pocos ejemplos en sentido contrario (12). Lo que queremos decir es que quien elabora un análisis del movimiento político sin tener en cuenta la base económica de la que es expresión:

1) se expone a caer en grandes errores;

2) se priva de una parte importante de los instrumentos que puede emplear en la lucha contra los análisis y líneas políticas erróneas;

3) deja el campo libre a los seguidores subjetivistas de su mismo análisis y de su línea (a los que, por tanto, comparten la línea política del momento, pero en base a las concepciones o intereses de otras clases).

Un ejemplo: hemos expuesto la tesis sobre la situación revolucionaria en desarrollo (13). Esta tesis, en términos políticos, sostiene que la crisis actual es la segunda crisis general de superproducción absoluta de capital. Algunos camaradas comparten la primera tesis (sobre la situación revolucionaria en desarrollo), pero no comparten la segunda. Es evidente que su adhesión a la primera tesis es de naturaleza empírica, es decir, que está basada únicamente en la observación muy atenta, desde un punto de vista revolucionario y con un espíritu revolucionario, de los acontecimientos políticos corrientes. Así pues reúnen y seleccionan los acontecimientos políticos que muestran la inestabilidad de los sistemas políticos actuales (del mundo y de cada país), perciben de alguna manera la relación que les une y que hace de cada uno de ellos una manifestación singular y particular de una misma tendencia, y eliminan o infravaloran, como secundarios o desdeñables, los acontecimientos políticos de signo contrario (14). Pero, ¿cómo reaccionarían si durante algunos años (como es posible) numerosos e importantes acontecimientos políticos mostrasen una estabilización de la situación política (como, por ejemplo, ha sucedido en los años 20 y 30 con la instauración de regímenes fascistas en algunos países)? ¿Qué argumentos pueden oponer a todos aquellos que reúnen y ponen en primer plano los numerosos y reales acontecimientos políticos que, incluso ahora, tomados separadamente uno por uno, muestran una estabilización de la situación política (por ej.: la sumisión del actual gobierno ruso a la OTAN y al Fondo monetario internacional, la ampliación del papel de gendarme mundial desempeñado por los Estados Unidos, etc.)? En realidad, los acontecimientos políticos de ese segundo orden también confirman y verifican nuestra tesis. Pero la conexión entre estos hechos aparentemente contrarios y la situación revolucionaria en desarrollo es una conexión indirecta, con mediación, porque no está en el movimiento político, sino en el movimiento económico de la sociedad. Evidentemente esta conexión es oscura e incomprensible para quien no comprende el movimiento económico de la sociedad. Es esta incomprensión compartida la que hace aparecer algunas veces la oposición entre los partidarios de la tesis de la situación revolucionaria en desarrollo y los partidarios de la tesis de la situación contrarrevolucionaria como un problema de "temperamento", de "voluntad" o de "talento". Esta incomprensión debilita la adhesión a la tesis de la situación revolucionaria en desarrollo y la expone a las vicisitudes de la vida individual y de la lucha política (que inevitablemente tienen altos y bajos), hasta el punto de que, en el caso de algunos camaradas, esa adhesión es resultado de un acto de fe o solamente del "optimismo de la voluntad" y no un resultado de la razón (15).

Una parte de los partidos comunistas de la III Internacional (Internacional Comunista), en particular los de Europa occidental, no consiguió dirigir victoriosamente la lucha llevada a cabo por las masas populares contra la burguesía imperialista durante la primera crisis general (1910-1945). ¿Por qué? Porque justamente no comprendieron suficientemente el salto dado por el modo de producción capitalista en el terreno económico al pasar de la etapa preimperialista a la fase imperialista. No comprendieron que se trataba de una crisis general a largo plazo y que, por consiguiente, actuaban en una situación revolucionaria en desarrollo. Tampoco comprendieron el papel de las formas antitéticas de la unidad social (FAUS) que los grupos imperialistas estaban poniendo en pie en su lucha contra la clase obrera y en las luchas que sostenían entre sí. Los grupos dirigentes de la III Internacional (16) y de cada uno de sus partidos comunistas no vieron, en el movimiento económico de la sociedad de los años 20, 30 y 40, más que una sucesión de períodos de crisis y períodos de estabilización (es decir, únicamente una sucesión de recesiones y reactivaciones a corto plazo) y no la crisis general específica de esos años que, por el contrario, transformó el panorama económico, político y cultural de todo el mundo y finalizó en 1945. Esto hizo que su acción política careciese de clarividencia y de visión estratégica, favoreció la elaboración de tácticas sin estrategia (intentos insurreccionales sin acumulación de fuerzas, enfrentamientos con la vista puesta en un desenlace rápido (17), etc.); impidió la transformación de las guerras victoriosas contra la primera agresión imperialista de la URSS y contra el nazismo y el fascismo en una lucha victoriosa por la instauración del socialismo. En definitiva, este límite impidió a los comunistas enfrentarse victoriosamente a los grupos revisionistas cuando en 1945 finalizó la crisis general. La tesis de que el maoísmo es la tercera etapa superior del pensamiento comunista, tras el marxismo y el leninismo, se basa también en el balance hecho por Mao Tse-tung de las experiencias de la revolución proletaria durante la primera crisis general de superproducción absoluta de capital (1910-1945) más que en el balance de la construcción del socialismo y de la continuación de la lucha de clases en la sociedad socialista.

Los camaradas que atenúan o ignoran el salto realizado durante el tránsito de la fase preimperialista a la fase imperialista no pueden comprender cuáles han sido los errores y límites subjetivos (es decir, de comprensión, de análisis, de línea política y de método) que han impedido a distintos partidos comunistas (en particular a los de los grandes países imperialistas) conducir las luchas de las masas populares a la victoria en el curso de la prolongada situación revolucionaria de 1910-1945. De ahí los límites con los que ha sido llevada a cabo la lucha contra el revisionismo moderno en los años 60 y 70. En nuestro país, algunos camaradas han considerado esencialmente la lucha contra el revisionismo moderno como una lucha por continuar la trayectoria seguida por el PCI hasta el VIII congreso (es el límite que caracteriza al Partido comunista de Italia m-l); otros la han concebido básicamente como la eliminación de un aspecto (ciertamente importante) del revisionismo y han trocado la "vía pacífica" de Togliatti y Kruschev por la "lucha armada por el comunismo" (es el límite que caracteriza a las Brigadas Rojas en el período en que persiguieron el objetivo de reconstruir el Partido Comunista). No es extraño, pues, que muchos camaradas, empeñados inicialmente en la lucha contra el revisionismo moderno durante el período del "capitalismo de rostro humano", a causa de su incomprensión del movimiento económico de la sociedad, hayan acabado separándose y aislándose de las masas populares y de la clase obrera y hayan contrapuesto su "conciencia avanzada" (en realidad su adhesión dogmática al marxismo-leninismo) al movimiento real de las masas obreras y populares. No comprendían justamente la naturaleza de la situación y que no existía todavía una situación revolucionaria.

 

En resumen, si en general ya es de por sí difícil elaborar una línea política justa manteniéndose en el terreno político, resulta imposible defenderla frente a sus adversarios basándose exclusivamente en ese terreno. Por una parte, sólo la comprensión del movimiento económico de la sociedad asegura de hecho una base sólida a la estrategia (y elaborar la táctica sin encuadrarla en una estrategia, es como dirigir el rumbo de un barco a ojo: si se adivina la ruta es una suerte y, en la lucha política, los errores se pagan). Por otra parte, en la lucha política no sólo se producen éxitos y avances, sino que también en ella se producen inevitablemente fracasos, derrotas, retrocesos, períodos de estancamiento y períodos de preparación paciente y gris, es decir, períodos en los que "los hechos corrientes" no ayudan a confirmar por sí mismos de una manera clara e incontrovertible (caso por lo demás bastante raro) la validez de nuestra línea política. De ello se aprovechan inevitablemente nuestros adversarios.

 

 

4. Crisis generales y crisis economicas

 

Cuando hablamos de las crisis generales que han sacudido ya varias veces a todos los países desde el comienzo de la fase imperialista, nos referimos a una crisis económica que produce una crisis política y una crisis cultural. Crisis política por cuanto la clase dominante ya no es capaz de reglamentar las relaciones entre los grupos que la componen ni de gobernar a las clases sometidas con las instituciones y concepciones existentes; por consiguiente, el régimen político de cada país y el sistema de relaciones internacionales se hacen inestables y se desarrollan luchas por su transformación, es decir, que se entra en una situación revolucionaria en desarrollo. Crisis cultural porque los hombres ya no pueden llevar a cabo las luchas que la situación les impone con las viejas costumbres, sentimientos, ideas y concepciones que inevitablemente se han hecho inservibles, lo cual da paso a nuevas costumbres, sentimientos, ideas y concepciones, más adecuadas en cierto modo a las exigencias de las luchas actuales.

No se trata simplemente, pues, de una crisis económica, de un período de estancamiento de los negocios, de hundimiento de las inversiones, de cierre de instalaciones, de despidos obreros, etc., tras el cual, una vez eliminados los stocks y los excedentes de mercancías y puestas fuera de uso las unidades productivas excedentes, sobreviene un nuevo período de reactivación de los negocios y de la actividad económica en general. Así sucedía en las crisis cíclicas decenales de la primera mitad del siglo XIX (1815-1867) estudiadas por Marx en base a una atenta observación de los fenómenos económicos de la época.

Por el contrario, desde el comienzo de la fase imperialista, se trata:

1)      de una crisis general de toda la sociedad, en todos sus aspectos estructurales y superestructurales y no solamente de una crisis económica;

2)      de una crisis de larga duración que abarca muchos decenios, durante la cual la actividad económica de la sociedad, desenvolviéndose siempre a través de recesiones y reactivaciones a corto plazo, "no marcha bien" en su conjunto (la naturaleza de ese "no marchar bien" está expuesta, en cierta medida, en los artículos de Rapporti Sociali a los que nos hemos referido (18));

3)      de una crisis global que afecta a todos los países que forman parte del sistema imperialista mundial, siendo más devastadora en la medida que es mayor el grado de capitalización (o de proletarización) de su actividad económica;

4)      de una crisis que transforma cualitativa e inevitablemente a toda la sociedad, ya sea en un sentido socialista, ya sea en un sentido burgués diferente (relaciones diferentes entre las clases, entre el país real y la legalidad instituida, con nuevas y más desarrolladas formas antitéticas de la unidad social); de una crisis que produce una transformación que ninguna fuerza puede impedir. También en el seno de la burguesía imperialista se desarrollan fuerzas subjetivas "subversivas" y, en definitiva, se hacen con la supremacía los grupos imperialistas que abanderan la "subversión" del orden y la cultura existentes y promueven la movilización reaccionaria de las masas con el fin de transformar la sociedad de acuerdo con sus intereses;

5)      de una crisis que sólo se puede resolver por medio de la toma del poder por el proletariado y la instauración del socialismo, como un primer paso para la superación del modo de producción capitalista, o bien por medio de la guerra interimperialista que permita a algunos grupos imperialistas "inventar" e imponer una nueva organización de la sociedad (nuevas FAUS, nuevas relaciones e instituciones políticas, nuevas culturas) pues se hace ya imposible relanzar la acumulación de capital en el marco del viejo orden.

La primera crisis de este tipo tuvo lugar en el período 1873-1895 (la Gran Depresión) y terminó con la plena ocupación del mundo por los grupos imperialistas y sus Estados. Engels habla de ella en el prefacio de 1886 a la edición inglesa del libro I de El Capital.

La primera verdadera crisis general de la época imperialista se produjo en el período 1910-1945: fue el período de las primeras revoluciones proletarias victoriosas, de las dos guerras mundiales y de la eliminación del sistema colonial.

La segunda comenzó hacia la mitad de los años 70, o más concretamente para simplificar en 1975, y aún estamos en ella.

 

5. La teoria de la crisis general

de superproduccion absoluta de capital

 

La teoría de la crisis general de superproducción absoluta de capital trata de explicar la causa y la naturaleza de la crisis económica actual (de la cual se deriva la actual crisis política, que caracterizamos como situación revolucionaria en desarrollo, y la actual crisis cultural). Con respecto a la superproducción absoluta de capital, Marx dice solamente (capítulo XV, libro III de El Capital, redactado en 1865 en forma de escritos no preparados todavía para la impresión, revisados por Engels y publicados por él mismo en 1894) que era una tendencia inevitable del capitalismo, una situación en la que el capitalismo se encontraría empantanado tarde o temprano a causa de la tendencia decreciente de la cuota de ganancia, con lo cual se crearían las condiciones de su reemplazamiento por el socialismo, primera etapa (o etapa inferior) del comunismo (19). Marx comprendió, pues, a través del análisis de las leyes que rigen el desarrollo del modo de producción capitalista, que el capitalismo se dirigía hacia un límite, que el desarrollo del capitalismo, entonces todavía en expansión (a pesar de las crisis cíclicas decenales), llegaría a un punto muerto, a una crisis debida a un límite en su posible desarrollo, un límite que residía en la misma naturaleza del capitalismo y que provocaría su crisis histórica. Dado que este tipo de crisis no se había todavía producido, Marx no disponía todavía de datos empíricos. Por ello se limitó a caracterizarla como el punto final teórico del capital; teórico, en el sentido en que, en 1865, el capitalismo todavía no lo había alcanzado, pero la teoría (es decir, el conjunto de las leyes, descubiertas y expuestas por Marx, que rigen el desarrollo del modo de producción capitalista en el tiempo) mostraba que, si no desaparecía antes, tarde o temprano alcanzaría ese límite. Con ello Marx hizo en el campo de la ciencia del movimiento económico de la sociedad lo que otros hicieron, por ejemplo, en el campo de la astronomía, en la que una correcta teoría dialéctica (es decir, del movimiento) permitió prever la existencia de algunas estrellas, el paso de ciertos cometas, etc., antes de que estos mismos fenómenos pudiesen ser observados.

Para los representantes revolucionarios del movimiento socialista de comienzos del siglo XX (es decir, para los representantes revolucionarios de la II Internacional en el período entre la larga crisis de 1873-1895 y el comienzo de la primera crisis general de superproducción absoluta de capital que llegaría tras el reparto del mundo hasta entonces llevado a cabo), estaba claro:

1)      que la crisis económica de la fase imperialista era diferente de las crisis cíclicas de la etapa preimperialista (la primera diferencia que saltaba a la vista era su duración, la segunda su carácter general, pues no solamente se trataba de una crisis económica, sino también política y cultural);

2)      que quedaba todavía por explicar la causa y naturaleza de la crisis económica (que generaba producía una crisis política y una crisis cultural, por consiguiente una crisis general) de la sociedad capitalista en la fase imperialista;

3)      que esta teoría de la crisis económica en la fase imperialista no se reducía a la teoría de las crisis cíclicas de la etapa preimperialista.

 

Rosa Luxemburgo dedicó a estos tres problemas una obra, La acumulación de capital; Bujarin los trató en El imperialismo y la acumulación de capital y Lenin se refirió a ellos a menudo. Y aunque no los abordó sistemáticamente y no les dedicó en particular ninguna obra, Lenin señaló claramente las nuevas características de la fase imperialista en el terreno económico (y en parte también en el terreno político y cultural). No obstante esto, Lenin no estaba de ninguna manera satisfecho de la comprensión que él mismo había alcanzado de las características de la fase imperialista del capitalismo: cosa que se pone de manifiesto claramente en su polémica con Bujarin durante la preparación del nuevo programa del Partido comunista (bolchevique) de Rusia y en la discusión del mismo en el VIII Congreso (véase el Informe sobre el programa del partido, 19 de marzo de 1919, vol. 29, Obras completas).

Estaba claro, pues, para todos ellos, que no se debía confundir la causa y naturaleza de la crisis económica de la fase imperialista con la causa y naturaleza de las crisis cíclicas del siglo XIX (explicadas por Marx exhaustivamente), que eran diferentes, al menos en algunos aspectos esenciales.

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