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Sumario

1.      Presentación

2.      Por el debate sobre la causa y naturaleza de la crisis actual    ( escritos compressos ) 

3.      La crisis actual: crisis de superproducción de capital               ( escritos compressos )

2. Por el debate sobre la causa y naturaleza de la crisis actual

(Artículo elaborado en 1994 y publicado en Rapporti Sociali n.17-18,

otoño de 1996. La traducción ha sido revisada por su autor y el texto

ha sido puesto al día)

Sumario

Introducción

1. ¿Hay actualmente una crisis en curso?

2. La fase imperialista

3. Las crisis de la fase imperialista y las crisis del siglo XIX  estudiadas por marx

4. Crisis generales y crisis economicas

5. La teoria de la crisis general de superproduccion absoluta de capital

6. Crisis general de superproduccion absoluta de capital y tendencia decreciente de la cuota de ganancia

7. Superproduccion de mercancias y superproduccion de capital

8. Superpoblacion y crisis general de superproduccion absoluta de capital

9. El capital financiero y la crisis de superproducción absoluta de capital

10. El papel revolucionario de las contradicciones objetivas y el papel revolucionario de la iniciativa subjetiva

11. Dominar la teoria de la crisis actual y transformarla en linea politica

NOTAS

 

 

6. Crisis general de superproduccion absoluta de capital

y tendencia decreciente de la cuota de ganancia

 

En la tercera sección del libro III de El Capital (capítulos XIII, XIV y XV), Marx demuestra claramente la relación entre la ley de la tendencia decreciente de la cuota de ganancia y la superproducción absoluta de capital. Una vez admitido:

1) que la cuota de ganancia es una función del capital existente, y más concretamente una función decreciente del capital existente (es decir, que la cuota de ganancia disminuye a medida que el capital acumulado aumenta),

2) que la plusvalía extraída por los capitalistas a los trabajadores en cada ciclo de valorización del capital es aritméticamente igual al producto de la cuota de ganancia por el capital utilizado (20),

es evidente que, aunque la disminución de la cuota de ganancia se combine con un capital acumulado creciente, el resultado de la multiplicación de ambos puede comenzar a disminuir a partir de un determinado momento.

He aquí la simple relación entre la tendencia decreciente de la cuota de ganancia y la crisis de superproducción de capital. Evidentemente se trata de un esquema muy abstracto, como sucede con todas las leyes generales. Pero es un esquema que permite comprender la realidad (descubrir las relaciones existentes entre los diferentes elementos de la realidad), un esquema que permite comprender en qué consiste la crisis de superproducción absoluta de capital, lo que la hace posible e incluso también claramente inevitable, y cómo ella se enlaza con todo el resto del análisis del capital hecho por Marx. Por el contrario, no se trata de una demostración destinada a probar la existencia o no, en este preciso momento, de una crisis de superproducción absoluta de capital. Esa demostración es necesario hacerla y verificarla en los hechos, en la práctica.

En los capítulos indicados, Marx prueba solamente que el capital está ante ese límite inherente a su misma naturaleza, de la misma manera que le es inherente la tendencia decreciente de la cuota de ganancia, aunque Marx contraponga a ella algunos elementos que analiza uno por uno (21).

Marx no ha analizado en todos sus detalles la crisis de superproducción absoluta de capital, no podía hacerlo, pues no disponía de los datos empíricos necesarios ni de los datos históricos que se producirán tras su muerte y de los que nosotros disponemos hoy en amplia medida. Marx señaló solamente la inevitabilidad de la crisis de superproducción de capital en base a la naturaleza del capital, de la misma manera que, en otro terreno de la teoría, indicó la inevitabilidad de la creación de las formas antitéticas de la unidad social (FAUS), aunque no desarrollase sistemáticamente la teoría sobre ellas, pues también carecía de una masa suficiente de datos empíricos.

 

7. Superproduccion de mercancias y superproduccion de capital

 

Algunos camaradas sostienen que la causa de la crisis actual es la superproducción de mercancías (bienes de consumo, materias primas, servicios y medios de producción). Las quejas de cada industrial y comerciante sobre las dificultades que tienen para dar salida a la producción, la competencia cada vez más fuerte entre productores de mercancías (22), los centros productivos que trabajan por debajo de su capacidad, las fábricas cerradas y las tierras en barbecho confirman la superproducción de mercancías. La afirmación de estos camaradas parece verse confirmada por los hechos. Pero, como trataremos de demostrar, su tesis sobre la causa y naturaleza de la crisis actual está vacía de contenido y es superficial, como lo es el diagnóstico de un médico que, antes de averiguar si un enfermo padece tuberculosis, gripe, apendicitis u otra enfermedad, se limita a señalar que el enfermo tiene fiebre, ¡que la causa de la enfermedad es la fiebre! Sin duda alguna hay superproducción de mercancías, pero la superproducción de mercancías es, en efecto, una manifestación de la crisis y puede tener diversas causas. ¿Cuál es la causa de la actual superproducción de mercancías? ¿Por qué en torno a 1975 cesó de crecer o, peor aun, comenzó a decrecer, aunque con altibajos, el ritmo de expansión del mercado mundial (de la masa de mercancías anual objeto de negociación)? Estas son las cuestiones a las que es necesario responder.

¿En qué consiste la superproducción de mercancías?

Los capitalistas producen mercancías en cantidad superior a la que pueden vender, pues los trabajadores y los capitalistas compran menos mercancías de las que se producen o bien los capitalistas tienen crecientes dificultades para vender todas las mercancías que producen o que podrían producir dada la capacidad productiva de sus empresas, o bien el mercado (el volumen de mercancías negociadas) no se amplía suficientemente o se amplía de un año a otro a un ritmo decreciente (en lugar de a un ritmo creciente como el capital requiere) e incluso se contrae. El rasgo común a todos estos casos de superproducción de mercancías, es que la demanda de éstas no aumenta al ritmo necesario para la valorización de todo el capital existente. El capital es "valor que se valoriza". Valorización del valor significa aumento (cuantitativo) del valor, por consiguiente, incremento continuo de la masa de valor que recorre el ciclo dinero-mercancías-producción-mercancías-dinero, como un río que dibuja una espiral que se agranda y toma más fuerza en cada giro de su curso. En efecto, en cada ciclo de valorización (D-M-P-M'-D'), el capital pasa de un valor dado (C), compuesto por capital constante (c) más capital variable (v) [C=c+v], a un valor más grande (C'), compuesto por el capital constante y variable anterior más la plusvalía producida [C'= c+v+pv]. Las mercancías producidas en el ciclo precedente tenían un valor global C, mientras que las producidas en el nuevo ciclo tienen un valor global más grande (C'). El volumen (el número, la cantidad) de mercancías producidas aumenta todavía más (dado el aumento de la productividad del trabajo humano). Esto determina (y fija) el ritmo al cual se deberá ampliar la demanda para que todas las mercancías producidas puedan ser vendidas y para que, por tanto, el capital pueda realizar completamente el ciclo de su valorización como ciclo de producción de mercancías y pueda volver a intervenir en el nuevo ciclo con una potencia aumentada. Decir superproducción de mercancías, significa que la realización de las mercancías producidas (es decir, su transformación en dinero, su venta) no sigue a su producción, limita su producción y más concretamente el aumento de la misma.

¿Qué es lo que determina la demanda real de mercancías en la sociedad actual? Si admitimos (para simplificar) que los trabajadores gastan todo su salario en comprar mercancías (es decir, que no ahorran nada), la demanda real de mercancías está determinada por el volumen de las inversiones de los mismos capitalistas, sea en capital constante (medios de producción y materias primas), sea en capital variable (bienes de consumo y servicios comprados por los trabajadores con su salario). Si el volumen de las inversiones de los capitalistas en la producción de mercancías (en capital constante y en capital variable) es igual a todo el capital existente, la demanda real de mercancías es igual a la oferta. El capital C (bajo la forma de dinero) con el que comienza el nuevo ciclo productivo es igual al capital C (bajo la forma de mercancías) con el cual se ha terminado el ciclo anterior. El último paso del ciclo precedente M'-D' coincide con el primer paso del nuevo ciclo D-M. En esta hipótesis, el dinero funciona solamente como medio de cambio y no presenta ningún problema (23). En esta hipótesis se reúnen las condiciones de equilibrio dinámico de la reproducción ampliada, expuestas por Marx en el libro II de El Capital. Lenin, en su escrito A propósito de la llamada cuestión de los mercados y en otros trabajos contra los populistas contenidos en los volúmenes 1,2 y 3 de sus Obras, demuestra que las condiciones de equilibrio dinámico de la reproducción ampliada son, en primer lugar, “independientes del consumo de las masas populares”: este consumo puede también verdaderamente disminuir (fenómeno que se ha verificado realmente en algunos países en la fase de acumulación primitiva o en períodos de guerra) porque "toda" la demanda de mercancías puede ser satisfecha por el "consumo productivo" (es decir, por la demanda de servicios, medios y materiales para la producción por parte de los mismos capitalistas), por el Estado o por el mercado exterior (24).

Así pues, la pregunta de "porqué en las sociedades imperialistas la demanda de mercancías ha dejado de crecer en un determinado momento (no siempre, no permanentemente) al ritmo que necesita la valorización de todo el capital existente", lleva a plantearse otra pregunta: "¿por qué en un determinado momento la inversión de los capitalistas en la producción de mercancías (en capital constante o variable) deja de crecer al ritmo que precisa el empleo de todo el capital existente en la producción de mercancías?". Nuestra respuesta es la siguiente: "Porque si la inversión aumentara a ese ritmo, es verdad que los capitalistas no tendrían ningún problema de realización, pero la plusvalía producida no aumentaría e incluso bajaría". En resumen, porque se ha producido más capital del que puede existir según las leyes del mismo capital, porque hay superproducción absoluta de capital (es decir, extendida a todos los sectores). Esta cuestión se aborda más detalladamente en los artículos de Rapporti Sociali citados en la nota 2. En ellos mostramos también el mecanismo interno del capitalismo que rige el cese del incremento o disminución de la plusvalía producida y demostramos, basándonos en el análisis del capital hecho por Marx y en las leyes por él descubiertas, que en el seno del modo de producción capitalista se produce en un determinado momento (25) un conflicto inevitable e irresoluble entre la producción de la plusvalía y la realización del valor del producto. Para no tener problemas en la realización del valor del producto, los capitalistas deberían invertir en el proceso productivo todo el capital acumulado, aunque de esta manera baje la plusvalía extraída; por consiguiente deberían conformarse con producir menos plusvalía (26). Para no producir menos plusvalía, los capitalistas no deben invertir en el proceso productivo todo el capital acumulado, es decir, que deben producir menos valor y no valorizar todo el capital acumulado: de ahí la superproducción de mercancías y la superpoblación (paro y marginación) (27). Pero por su naturaleza, el capital no puede aceptar ni lo uno (producción de menos plusvalía) ni lo otro (no valorizar todo el capital). De ahí la crisis general, el cambio profundo del ordenamiento existente al que el capital se ve forzado y la situación revolucionaria en desarrollo. Así pues, no hay "derrumbe del capitalismo", sino agudización de todas las contradicciones: contradicciones entre los grupos imperialistas (y entre sus Estados y diferentes asociaciones) y contradicciones entre la burguesía imperialista y las masas populares con dos desenlaces posibles: movilización revolucionaria o movilización reaccionaria de las masas, revolución socialista o guerra. La crisis económica no desemboca en el derrumbe del sistema, sino que se transmuta en crisis política y cultural, asume la forma y el contenido de la crisis política y cultural.

Esta es la respuesta a la que nuestros críticos se deben ajustar. En ese caso estaremos encantados de responder a sus críticas; todo esto nos permitirá avanzar conjuntamente en la comprensión de la causa y de la naturaleza de la crisis actual, en la comprensión del movimiento económico de la sociedad actual y, por tanto, en la comprensión de su movimiento político y cultural.

Por consiguiente, en las crisis generales de la sociedad imperialista, la superproducción de mercancías es una consecuencia de la superproducción de capital, una de sus consecuencias inevitables. En abstracto (es decir, si se hace abstracción de las relaciones efectivas de producción, o sea, de las relaciones capitalistas de producción), la sociedad puede consumir todo e incluso podría consumir una cantidad mayor de bienes y servicios que la que hoy produce (o que llega a producir, dada las relaciones capitalistas de producción dominantes en su seno). Pero en ciertas situaciones, a fin de respetar las relaciones capitalistas de producción, la sociedad no puede consumir todos los bienes y servicios que puede producir dentro del contexto de las relaciones capitalistas de producción. Es decir, que estas relaciones imponen reducir la producción efectiva con relación a la producción posible. O sea que si los capitalistas produjeran todo cuanto pueden producir, comprometerían las condiciones de realización de toda la producción y se verían obligados a reducirla. Pero al mismo tiempo cada fracción del capital debe incrementarse, pues va implícito en su propia naturaleza: lo que provoca inevitablemente el estremecimiento general de la misma sociedad. Es pues necesario y posible superar el modo de producción capitalista y comenzar la construcción de una sociedad comunista. El sistema capitalista impide que la sociedad pueda consumir todos los bienes y servicios que produce, precisamente porque no puede invertir en el nuevo ciclo productivo todo el capital que existe bajo la forma de mercancías al final del ciclo productivo que acaba de terminar, so pena de producir una plusvalía inferior o igual a la producida, pero con un capital inferior (28).

¿Es la superproducción de mercancías la primera manifestación de la crisis general de superproducción absoluta de capital? Normalmente sí, si adoptamos un criterio cronológico. Para los capitalistas la primera alerta surge cuando los pedidos que reciben no aumentan o disminuyen. ¿Es esta manifestación la más patente, clara y directa de la crisis? Sí, salvo en los sectores y períodos en los que los capitalistas establecen acuerdos de cartel y de monopolio para limitar la producción. Hoy, la mayor parte de las unidades productivas (salvo las que trabajan a pleno rendimiento porque sus patronos consiguen eliminar a los competidores y ampliar su mercado) trabajan con una capacidad reducida, ajustando la producción a la demanda, hasta que se hagan efectivos los acuerdos para la limitación de la producción o las financiaciones públicas acordadas a los que no producen (por ejemplo, a los que dejan la tierra en barbecho, eliminan el ganado productor de leche, cierran las minas o desmantelan las instalaciones de producción de fibras sintéticas o de acero).

Esta demostración prueba también que el fomento de una demanda suplementaria de mercancías por el Estado (con una política de trabajos e inversiones públicas, es decir, con una política keynesiana) no pone fin a la crisis, ya que ésta no tiene su origen en una demanda insuficiente de mercancías. Por consiguiente, la "solución de la crisis" propuesta por los reformistas para poner fin a la misma es ineficaz, una ilusión. La superproducción de mercancías, aunque momentáneamente se detenga, vuelve a manifestarse, si es que la crisis no se manifiesta de otra forma (por ejemplo, con el aumento ilimitado de la deuda pública). Sin embargo, ello no quita para que los gastos e inversiones públicas sean una justa reivindicación de los trabajadores para defender sus condiciones de vida, "a la espera" de eliminar la causa real de la crisis (y, por consiguiente, en tanto no se pone fin a la misma), es decir, en tanto no se acabe con el modo de producción capitalista. Igualmente ineficaz es la solución de reducir la producción (con "menos horas, menos salarios" y otras medidas semejantes), propuesta (y aplicada) por los reaccionarios.

No obstante, la superproducción de mercancías no es, ni siquiera en el terreno económico, la única manifestación de la superproducción absoluta de capital. En varios artículos de Rapporti Sociali citados en la nota 2, en particular en el artículo Crac bursátil y capital financiero, hemos señalado y mostrado otras manifestaciones de la crisis actual de superproducción absoluta de capital (entre ellas el aumento de las actividades financieras), por lo que, para abreviar, remitimos a nuestros lectores a este último artículo.

 

8. Superpoblacion y crisis general

de superproduccion absoluta de capital

 

En la crisis de superproducción absoluta de capital, ¿se forma o aumenta la superpoblación (es decir la población que el capital no emplea en el proceso productivo, que para el capital es "superflua", que debe sobrevivir buscándose la vida como puede)? Ciertamente. Ante nuestros ojos desfila un espectáculo de millones de hombres excluidos de la producción, considerados como "excedentes", superfluos, carne humana que, si desapareciera de la circulación, haría un servicio a la burguesía imperialista (aunque al mismo tiempo, existiendo, le haga el servicio de ayudar a mantener bajos los salarios y, a largo plazo, disminuir el valor de la fuerza de trabajo). Solamente en los países de la OCDE, las estadísticas gubernamentales calculan que hay 35 millones de parados y 15 millones de subempleados (29). A despecho de las tesis tercermundistas, millones de hombres, sobre todo jóvenes, son empujados por las condiciones materiales (más que por las incitaciones culturales, por la propaganda o por la moda que sobre esta base material se desarrollan y gracias a la cual son eficaces), a buscar, no importa cómo, una identidad, una función social que ya no puede ser la de realizarse en el trabajo productivo que el capital les niega, a desear desaparecer, a abrirse camino a expensas de los demás o aceptar desaparecer, a "matar" o a "suicidarse" (30). Esto constituye un poderoso factor en la transformación política y cultural que esta crisis está produciendo en todos los intersticios de la sociedad.

Pero la superpoblación es solamente una manifestación de la crisis actual (31), no la causa de la misma. Hay crisis no porque los parados no pueden comprar bienes de consumo; al contrario, los capitalistas despiden obreros (y por tanto fabrican parados) porque no llegan a vender "suficientemente", así pues porque, después de todo (como hemos visto más arriba), no invierten "bastante". Es verdad que los parados no pueden comprar mercancías y que como consecuencia de esto reducen por tanto la demanda de mercancías, al igual que es cierto que los despidos y las reducciones salariales no son una solución ni ponen fin a la crisis, sino que la aceleran. Pero, ¿por qué los capitalistas no invierten "suficientemente"? Porque si invirtieran hasta emplear a toda la población disponible, el trabajo excedente o no retribuido arrancado disminuiría en lugar de aumentar. Los capitalistas sienten pánico, aunque lo expresen de forma espontánea, a ese límite al que naturalmente tienden; no lo reconocen, pero lo perciben de múltiples formas (competitividad insuficiente, ganancias insuficientes, etc.).

La causa de la crisis no reside tampoco en que haya demasiados trabajadores ni en el hecho de que la población sea demasiado numerosa, y que, por tanto, sea necesario disminuirla un poco o reducir el número global de horas de trabajo desarrolladas en una sociedad.

Todo esto prueba también que las prestaciones por desempleo, que permiten a los parados comprar mercancías, son un remedio eficaz para saciar el hambre de los parados (los trabajadores las reclaman con toda la razón), pero no pueden poner fin a la crisis, porque la causa de la crisis no está en la disminución de la demanda de mercancías por parte de los parados. Esto demuestra que la "solución de la crisis", propuesta por los reformistas (prestaciones, etc.), es ineficaz, una ilusión, al igual que lo es la solución propuesta y puesta en práctica por los reaccionarios: la austeridad recomendada e impuesta por el FMI, las reducciones salariales y de plantillas (desde que una reducción termina, enseguida se hace otra necesaria), etc. Los despidos como los contratos, la reducción de salarios (y de jubilaciones, etc.) al igual que su incremento no provocan más que una mayor agravación de la crisis en esta sociedad: la crisis no puede encontrar solución en el contexto de las relaciones políticas y culturales actuales (32).

 

9. El capital financiero y la crisis

de superproducción absoluta de capital

 

¿Son acaso las actividades financieras la causa y la fuerza motriz de la crisis iniciada en los años setenta del siglo XX? En absoluto. El inflamiento (o crecimiento rápido, tumultuoso y sin límites) de las actividades financieras a partir de los años setenta es un efecto, una de las manifestaciones de la crisis actual. También este inflamiento es una manifestación patente, clara y directa, de la crisis, como lo es la superproducción de mercancías y la superpoblación aunque no sea conocida más que por los capitalistas y especialistas del movimiento económico de la sociedad. Todo esto es descrito en Crac bursátil y capital financiero (Rapporti Sociali n.1 y Textos para el debate en el movimiento revolucionario europeo (II)).

El capital financiero (33) es una categoría típica de la fase imperialista, de toda la fase imperialista. Lenin ha demostrado que la formación del capital financiero y su ascenso al papel dirigente, por encima de todas las demás formas más viejas de capital (industrial, monetario, comercial), es una de las cuatro características del imperialismo en el terreno económico junto a la supremacía de los monopolios, la prioridad de la exportación de capitales sobre la exportación de mercancías y el final del reparto del mundo entre los grupos imperialistas y sus Estados (34). El capital financiero es el capital dirigente durante toda la fase imperialista del capitalismo. Todos los grandes grupos capitalistas son ante todo grupos financieros, no grupos productores de mercancías, ligados a un sector determinado de la producción de mercancías. Ellos se apropian de sus ganancias principalmente mediante las actividades financieras (aunque el valor del que se apropian haya sido creado -por otros- en el ciclo productivo de mercancías). También los grandes grupos industriales se apropian de la mayor parte de sus ganancias mediante las actividades financieras, siendo éstas las que determinan la rentabilidad del conjunto de sus actividades.

¿Qué ocurre de particular en los períodos de crisis? Que los capitalistas multiplican sus actividades financieras (el capital financiero alcanza la doble, triple y cuádruple potencia de las que habla Lenin, así como Hilferding, como un castillo que en su construcción se elevase hacia el cielo) porque no pueden desembolsar todo el capital existente en la producción de mercancías. A medida que disminuye el crecimiento del capital que puede ser invertido en la producción de mercancías, aumenta la parte del capital invertido en las actividades financieras, hasta convertirse en la parte principal y más importante de todo el capital de un país y del capital mundial (35). Basta comparar las "actividades financieras" (títulos de acciones, obligaciones, títulos de la deuda pública de los diversos Estados, instituciones, sociedades y familias, divisas, depósitos, etc.) con el capital dedicado a la producción de mercancías para constatarlo. El precio de los diferentes componentes del capital productivo (materias primas, instalaciones industriales) equivale incluso al precio de los títulos financieros que los representan. El precio del cobre en stock de una empresa está determinado por la cotización del cobre en la Bolsa de Londres, el precio de venta de una fábrica se establece en base a la cotización en Bolsa de las acciones de la sociedad propietaria (y no en función de las máquinas, de los inmuebles, del terreno, etc.) (36).

Al comienzo de la crisis, el incremento de las actividades financieras oculta y disimula la crisis. El capitalista que no puede invertir en maquinaria, materias primas y obreros, invierte en títulos financieros, lo que evita que su capital haga una competencia ruinosa al resto del capital invertido en la producción de mercancías. Pero cuando las actividades financieras superan cierto límite (y esto sucede tarde o temprano, pues la crisis es a largo plazo y el crecimiento de las actividades financieras no es una solución a la crisis, sino solamente una de sus manifestaciones y, por consiguiente, sigue acelerándose), la crisis de superproducción absoluta de capital (que se origina y hunde sus raíces en el proceso productivo capitalista) toma el aspecto de una crisis financiera, de un desequilibrio del sistema financiero. Los propios movimientos de las actividades financieras se convierten en otro elemento de desestabilización de todo el capital, incluso del capital colocado en la producción de mercancías, y en un medio a través del cual la crisis cumple su ciclo. La crisis económica se manifiesta también en las crisis financieras (crac bursátil, pérdidas de divisas, endeudamientos que se autoalimentan, etc.). Basta tener en cuenta los efectos que tiene en la producción de mercancías el hundimiento de las acciones cotizadas en Bolsa causado por los movimientos especulativos, los efectos que tiene en la producción de mercancías el hundimiento de los precios de las materias primas (agrícolas o mineras) en las Bolsas de mercancías, los efectos que tiene la alteración de las tasas de cambio de divisas en las actividades comerciales. Basta tener en cuenta las cargas financieras (pago de intereses) que llevan a la quiebra a los Estados, empresas y familias (37).

Por tanto, no son las actividades financieras, ni la oferta "excedente" de títulos financieros, ni los movimientos financieros los que determinan y provocan la crisis general de superproducción absoluta de capital. Por el contrario, es esta crisis la que hace aumentar las actividades financieras o monetarias por encima de todo límite; la que amplifica y acelera sus movimientos que a su vez se convierten en un elemento de crisis, en un síntoma de la crisis, siendo a veces la "gota que desborda el vaso" o la "piedra que provoca una avalancha". Las empresas capitalistas se verán afectadas de lleno, a veces de muerte, por los movimientos de los títulos financieros (por ejemplo, un crac bursátil hará caer el precio de las acciones que están en cartera o un crac monetario hará caer la tasa de cambio de la moneda en la que están nominados sus créditos). Eso cuando las empresas no se ven ahogadas por los intereses que deben pagar.

 

 

10. El papel revolucionario de las contradicciones objetivas

y el papel revolucionario de la iniciativa subjetiva

 

Con la revista Rapporti Sociali nos hemos planteado como objetivo desde 1985 la lucha contra el subjetivismo, porque ésta era y es precisamente la desviación principal, el obstáculo más importante para el avance del movimiento revolucionario de nuestro país. Esto ha llevado y lleva a algunos compañeros a reprocharnos subestimar el papel de la iniciativa revolucionaria de las fuerzas subjetivas de la revolución socialista. Esta misma crítica es la que se nos hace de alguna manera en relación a nuestra tesis sobre la crisis actual. En efecto, nosotros pensamos que la actual organización económica, política y cultural del mundo será inevitablemente eliminada y reemplazada, porque ni las masas populares ni el mismo capital pueden vivir con ella (esto sucederá aunque los "revolucionarios cansados de luchar" traten de "dejar las armas"); porque las circunstancias materiales obligarán a millones de hombres (ya han comenzado hacerlo) a coger las armas. Nuestra lucha, como comunistas, puede influir solamente sobre el tipo de transformación que tendrá lugar, pero el mundo cambiará aunque los revolucionarios actuales traten de "mantenerse al margen". Pero, aunque así fuera, ninguna contrarrevolución preventiva ni ninguna traición podrá impedir que surjan miles de comunistas dispuestos a dirigir la transformación en curso hacia la revolución socialista. Y ello es así porque la crisis actual es, en definitiva un producto de la contradicción antagónica entre las fuerzas productivas colectivas y las relaciones capitalistas de producción, la cual crea las condiciones materiales que empujarán a millones de hombres a hacer todos los esfuerzos posibles para hacer corresponder las relaciones de producción con las fuerzas productivas ya colectivas. De ello se deduce que la tarea de los comunistas no es la de "crear un movimiento revolucionario", sino la de descubrir, organizar, educar y dirigir el movimiento revolucionario que ya existe de una forma espontánea e instintiva al que se ven empujados los trabajadores por las condiciones materiales y por el conjunto de su experiencia.

Algunos compañeros afirman que el programa de la revolución socialista en el terreno económico, una de las tareas de los comunistas, estriba en "cambiar las fuerzas productivas y las relaciones de producción". ¿Es justa esta tesis? Nosotros estamos convencidos de que no lo es. El contenido económico de la transformación socialista de la sociedad consiste en hacer corresponder las relaciones de producción y las instituciones de la sociedad con el carácter social ya alcanzado por las fuerzas productivas y en desarrollar el carácter social de éstas (38). Las fuerzas productivas tienen ya un carácter colectivo, social. El modo de producción capitalista, al relegar a un papel secundario a las fuerzas productivas individuales, les ha dado un carácter social o colectivo. Esta es la razón de que las fuerzas productivas se encuentren en contradicción con las relaciones capitalistas de producción entre las que se incluye la propiedad individual (o de grupo) de las fuerzas productivas, la iniciativa económica individual y la ganancia como fuerza motriz y objetivo de la producción de bienes y servicios. La tarea de la transformación socialista de la sociedad consiste en establecer relaciones de producción basadas en la propiedad y gestión públicas de las fuerzas productivas, en la iniciativa económica pública y en la satisfacción de las necesidades materiales y espirituales, individuales o colectivas de la población (39).

La contradicción entre fuerzas productivas ya colectivas y sociales y las relaciones de producción que tienen todavía un carácter capitalista individual es la fuerza motriz de la transformación de la sociedad capitalista en sociedad comunista; eso es lo esencial de la concepción materialista dialéctica de la historia. Nosotros nos oponemos a los que sostienen que la sociedad socialista tiene como tarea principal la creación de fuerzas productivas diferentes de las actuales, a los que sostienen que las fuerzas productivas actuales no están en contradicción con las relaciones capitalistas de producción y que, afirman, por el contrario, que las fuerzas productivas actuales encarnan, materializan y objetivan las relaciones capitalistas de producción (40).

Los representantes de la Escuela de Francfort (Adorno, Horkheimer, Polloch, Marcuse, etc.) y también, en Italia, un grupo de economistas "marxistas-leninistas" (La Grassa, Turchetto), defienden la tesis de que las actuales fuerzas productivas se corresponden con las relaciones de producción y son expresión de ellas. Sus partidarios en el campo revolucionario forman parte de la corriente subjetivista y moralista: en efecto, a aquéllos que niegan la realidad (41) no les queda más que inventar, imaginar, crear en su imaginación las razones de su actividad práctica, de su actividad en pro de la revolución y del socialismo, como por ejemplo la "Inteligencia", los "Derechos del hombre", la "Voluntad de Dios", la "Conciencia revolucionaria", las ideas de "Justicia, de "Libertad", de "Verdad", etc. (42).

Nosotros afirmamos que la contradicción entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción es la fuerza motriz del cambio de la sociedad actual, lo que empuja a los hombres a tener necesidades, a desear, a pensar, a planear y a acometer el cambio profundo de la sociedad actual. ¿Supone esto negar que la transformación de la sociedad es realizada por las masas populares dirigidas por la clase obrera, negar la lucha de clases, el papel de la conciencia y de la voluntad de los hombres, el papel de su actividad política o el papel del Partido Comunista? En absoluto. En todo caso, eso significa reafirmar la concepción materialista dialéctica de la historia, afirmar que las masas populares y la clase obrera no están movidas ni por dios ni por grandes personajes "carismáticos", ni por su conciencia, sino por las contradicciones de su existencia material (de las que es la principal, en la fase imperialista, la contradicción entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción). Esto quiere decir, por el contrario, que es a partir de estas contradicciones de las que nacen la conciencia de las masas, la autoridad y eficacia de la acción de los personajes carismáticos, la fuerza de voluntad de los individuos y la eficacia de la acción de los partidos comunistas. La acción de estas contradicciones de la vida material es, por así decir, tan fuerte que se presenta como una voluntad exterior al individuo, de la que no puede escapar, como si fuera la voluntad de dios o del destino. Esto significa que la actividad del Partido Comunista, la lucha de la clase obrera por el poder y la misma transformación socialista de la sociedad, deben ajustarse, para lograr la victoria, a las leyes objetivas del movimiento de la sociedad.

 

11. Dominar la teoria de la crisis actual

y transformarla en linea politica

 

La causa y naturaleza de la crisis actual es una cuestión de una gran importancia política. En ella se basa la tesis de la situación revolucionaria en desarrollo (43), pues es la clave para comprender el movimiento político y cultural de la sociedad, para comprender el papel de las diversas formas de organización y lucha del proletariado y de las masas populares, para comprender las leyes a las que debe ajustarse su lucha, para comprender la razón por la que los partidos comunistas de la III Internacional de Europa occidental no llegaron a conducir a las masas populares hacia la toma del poder durante el período 1910-1945, para comprender el papel del leninismo y del maoísmo como segunda y tercera etapa, respectivamente, del pensamiento comunista. Pensamos que todos los comunistas deben abordar el tema con decisión, tenacidad, honestidad y modestia; discutir entre ellos (hasta ahora no se ha desarrollado todavía un debate acorde con la importancia que esta cuestión tiene para nuestra lucha), confrontar las opiniones y experiencias, tratar de comprender a fondo los planteamientos de los demás y abstenerse de tergiversarlos para no tener que hacer el esfuerzo de criticarlos. Cada crítica que saca a la luz errores y lagunas nos hace avanzar en la comprensión y en la unidad. Por el contrario, cada crítica basada en la tergiversación crea y fomenta la confusión (aunque ella misma pueda ser convertida en un factor de desarrollo).

Es en base a la tesis de que "la crisis actual es la segunda crisis general de superproducción absoluta de capital", por lo que afirmamos que todos los programas generales que no prevean la conquista del poder por la clase obrera y la instauración del socialismo -programas que hoy todos los grupos "economistas" no se cansan de elaborar y de proponer a los trabajadores- son ilusorios como solución a la crisis actual. Es más, estos programas, por cuanto provocan inevitablemente el enfrentamiento entre una y otra parte de los trabajadores, preparan el terreno a la movilización reaccionaria de las masas. Si los comunistas saben trabajar bien, es decir, combinar la defensa de cada conquista arrancada por una parte de las masas con el ataque contra el poder de la burguesía imperialista para imponer el poder de la clase obrera e instaurar así la sociedad socialista en la que todas las masas populares encontrarán la posibilidad de trabajar y vivir, el movimiento práctico de las masas barrerá tales programas.

La tesis de la crisis general de superproducción absoluta de capital y la tesis de la crisis de superproducción de mercancías (o de superpoblación) son, en la situación actual, puntos de partida de líneas políticas diametralmente opuestas.

La primera implica como única salida posible la revolución socialista o la guerra mundial o bien una combinación de ambas (o en todo caso una crisis revolucionaria, un período revolucionario, un cambio general de la sociedad mundial, hasta dar a ésta una forma diferente, hasta alcanzar una transformación cualitativa de la sociedad).

La segunda implica una política de apoyo a la demanda de mercancías (trabajos públicos, subvenciones, transferencias de ingresos a las familias, creación de dinero, etc.), en suma una política keynesiana.

Si esta última tesis correspondiese a la realidad, sería únicamente por incomprensión de la situación o por desprecio de las clases populares por lo que los gobernantes actuales no la adoptan. Por el contrario, la historia demuestra que todos los gobiernos burgueses que han elegido esa vía (por ejemplo, Miterrand en 1981-1982) han tenido que abandonarla rápidamente. La experiencia de los años 30 y 40 también lo confirma: en ninguno de los grandes países imperialistas las políticas económicas keynesianas de los gobiernos pusieron fin realmente a la crisis económica, sino que ésta finalizó solamente con la Segunda Guerra Mundial (44).

Cada sector de las masas populares debe defender (y defenderá) a cualquier precio sus propias conquistas, los puestos de trabajo, los derechos conquistados, los ingresos, etc., debe reivindicar y reivindicará los salarios, las subvenciones, los trabajos públicos, etc. Todo ello atenuará los padecimientos de las masas y puede contribuir, si la clase obrera y su partido desempeñan en ello un papel dirigente, a movilizar, reunir y desarrollar las fuerzas revolucionarias para hacerlas capaces de desencadenar exitosamente el ataque contra la actual clase dirigente para tomar el poder y comenzar la transformación socialista de la sociedad. La clase obrera debe encabezar cada lucha defensiva aunque sea llevada a cabo solamente por un sector de las masas populares; el Partido comunista debe sostenerla, impulsarla, dirigirla y hacerla converger en la lucha contra la burguesía imperialista. Pero, en nuestra opinión, de acuerdo con la teoría que identifica la crisis actual como la segunda crisis general de superproducción absoluta de capital, la crisis actual puede acabar solamente por medio de una revolución socialista o por medio de una guerra mundial o bien por una combinación de ambas.

Naturalmente, no nos adherimos a la primera tesis porque "seamos revolucionarios" y nos sintamos obligados a justificar nuestra línea política inventando teorías económicas. Por el contrario, tratamos de comprender, mediante el análisis materialista dialéctico de los acontecimientos, la causa y naturaleza de la crisis actual

— a fin de determinar cuál es la línea política que la clase obrera debe adoptar hoy para avanzar hacia la conquista del poder y el socialismo,

— a fin de verificar la justeza de la línea política trazada por nosotros mismos de cara a los próximos años: unirse a la resistencia de las masas populares ante el avance de la crisis actual, apoyarla, impulsarla y hacer prevalecer en ella la dirección de la clase obrera a fin de transformarla así en lucha por el socialismo.

Consideramos que es indispensable que los comunistas hagan una investigación honesta y concluyente sobre la causa y la naturaleza de la crisis, a fin de comprender las leyes objetivas del movimiento económico de la sociedad en cuyo contexto dirigen la lucha política de la clase obrera a fin de poderla llevar a la victoria.

Lo que hemos dicho de las diferentes consecuencias políticas de ambas tesis sobre la crisis actual no pretende acusar de reformismo a los adversarios de la tesis de la crisis general de superproducción absoluta de capital, sino solamente clarificar la importancia que tiene para los comunistas realizar un análisis científico de la realidad, la importancia que tiene, pues, realizar una investigación honesta y exhaustiva sobre la causa y la naturaleza de la crisis actual. No tenemos miedo del reformismo en una época en que las reformas son posibles, como lo eran en el período 1945-1975, sino que, por el contrario, mantenemos que en esa época, la lucha por las reformas era la línea política principal. Si los comunistas hubiesen seguido esa línea, hubieran podido acumular fuerzas que nos pondrían hoy en una situación mucho mejor de la que estamos (45). Tampoco hoy tenemos miedo a la revolución socialista. Algunos objetan que no podemos "hacer solamente la revolución en Italia". La realidad histórica y la realidad en la que vivimos les proporciona la respuesta. En la fase imperialista (cuando existe ya un sistema capitalista mundial, un mercado mundial, etc.) no se crea una situación revolucionaria en un solo país. De ahí que sea posible que la revolución se desarrolle y triunfe en un solo país. El mundo entero está siendo sacudido por la crisis general, todos los países son presa de la crisis económica, política y cultural. Sus manifestaciones son múltiples y contradictorias: todo es posible, salvo un desarrollo regular (incluso con altibajos, con fluctuaciones de signo contrario), universal y global de la producción y del sistema productivo. En cada país, la movilización revolucionaria y la movilización reaccionaria se enfrentarán a muerte. En algunos, como resultado de la lucha política de las fuerzas subjetivas de uno y otro campo, prevalecerá la primera, en otros puede ser que prevalezca la segunda.

Si la cultura burguesa no se ocupa de la causa y naturaleza de la crisis actual no es por casualidad: la burguesía está ocupada en encontrar remiendos y remedios a la situación, a fin de conservar el poder e impedir el desarrollo del movimiento revolucionario. La teoría de la crisis es el núcleo de la teoría revolucionaria durante esta fase. Cada comunista debe abordarla con energía, tenacidad, honestidad y modestia. Esta es el trabajo al que invitamos a todos los comunistas. Es una cuestión decisiva a fin de estar a la altura de las tareas que, en este período, se nos imponen.

 

 NOTAS