NOTAS

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Sumario

1.      Presentación

2.      Por el debate sobre la causa y naturaleza de la crisis actual    ( escritos compressos ) 

3.      La crisis actual: crisis de superproducción de capital               ( escritos compressos )

2. Por el debate sobre la causa y naturaleza de la crisis actual (Sumario)

 

NOTAS

 

(1) La relación entre la comprensión del movimiento económico, la definición de la línea política y la lucha política es en líneas generales la misma que existe entre el conocimiento de la geografía, de los vientos, de las corrientes y de la embarcación, la determinación de la ruta a seguir y la navegación.

 

(2) Más concretamente en el número 0 (La crisis actual: crisis de superproducción de capital), en el número 1 (Crac bursátil y capital financiero*), en los números 5/6 (De nuevo sobre la crisis de superproducción absoluta de capital), en el número 8 (Marx y la crisis de superproducción de capital), en los números 9/10 (A propósito de la situación revolucionaria en desarrollo*), en los números 12/13 (La segunda crisis general de superproducción absoluta de capital).

Los artículos señalados con * han sido publicados por el PCE (r) en Textos para el debate en el movimiento revolucionario europeo (II).

 

(3) Los dos artículos indicados en el texto están publicados también en francés en el volumen La crise général du capitalisme, Ed.Correspondances Révolutionnaires (Bruxelles). La traducción italiana de ambos artículos, así como la versión de los textos en español, pueden ser pedidos también (2 euros) a Edizioni Rapporti Sociali, via Tanaro 7, 20128, Milán, tel/fax 0226306454. E-mail: carc@aruba.it

Para comprender la posición del PCE (r) sobre la crisis actual, es preciso añadir a ambos artículos el escrito de M.P.M (Arenas) La superconfusión absoluta. Sobre la crisis y el derrumbe del sistema capitalista, publicado, en septiembre de 1996, como suplemento de Resistencia n. 32. Este artículo es una respuesta al trabajo de M. Quintana Del romanticismo al revisionismo. Superproducción, crisis y derrumbe del capitalismo del que no se conoce hasta ahora que haya sido publicado.

 

(4) A algunos de nuestros lectores puede parecerles paradójico que afirmemos en 1994 (¡tras el "glorioso" 1989!) que es la época en la que el capitalismo se encamina hacia su desaparición y en la que el socialismo avanza hacia la victoria en todo el mundo. En realidad, es una tesis basada en la observación, en el análisis y correlación del conjunto de los acontecimientos y tendencias de nuestra época, incluidas las derrotas sufridas por el movimiento comunista durante el período 1945-1975 y la aparición del revisionismo moderno, las transformaciones estructurales que se han producido en las sociedades imperialistas como consecuencia de la primera crisis general y de la expansión de las formas antitéticas de la unidad social, la experiencia del "capitalismo de rostro humano" del mismo período, la nueva crisis general del sistema imperialista mundial iniciada en 1975, el hundimiento de los regímenes y partidos revisionistas modernos al final de los años 80, las transformaciones en curso de nuestros días y las medidas económicas y políticas adoptadas por la clase dominante.

Para confirmar nuestra tesis (aparentemente paradójica), citamos asimismo todos los discursos de los políticos, sociólogos y politólogos burgueses actuales aunque aporten muy poco al esclarecimiento de la realidad. De hecho, todos ellos repiten a diestro y siniestro que, para "salir de la crisis actual", es preciso agravar las condiciones de vida y trabajo de las masas, "recortar los ingresos" a los trabajadores que no estén en condiciones de realizar una actividad laboral, hacer trabajar más intensamente y más tiempo a los trabajadores que realicen una actividad productiva, reducir el número de trabajadores directamente dependientes de los capitalistas, marginar de la actividad laboral a grandes masas de trabajadores, encarcelar o eliminar físicamente a todos los que no acepten resignadamente su destino, reducir la población de los "países subdesarrollados" (como califican eufemísticamente a los países semi-coloniales), por medio del control de la natalidad, la esterilización obligatoria, etc. En resumen, también ellos, quizás sin darse cuenta, afirman que, para los hombres de nuestra época, es imposible continuar viviendo bajo las relaciones capitalistas de producción. Esta es también nuestra tesis.

 

(5) La teoría materialista dialéctica del conocimiento muestra que las ideas vienen de la práctica (ver Sobre la práctica de Mao Tse-tung). ¿Cómo habría podido comprender Lenin una experiencia que todavía no se había producido? Otra cosa es comprender las leyes generales de un proceso en curso y, en base a ello, avanzar las líneas de desarrollo futuras del mismo.

 

(6) Un aspecto importante de la comprensión del movimiento económico de la sociedad a partir del período que comienza en 1975 es la comprensión de las condiciones diferentes en las que se desarrolla la actual segunda crisis general con relación a la primera: las nuevas características de la estructura económica de la sociedad burguesa (ver Rapporti Sociali n.4, pág.15 y siguientes - Rapports Sociaux n.5/6, pág.20 y siguientes), las nuevas características del régimen político de la sociedad burguesa (ver Democracia y socialismo en Rapporti Sociali n.7 - Rapports Sociaux n.3/4), la experiencia acumulada por el movimiento comunista en la revolución socialista de la sociedad y en su consiguiente transformación.

La segunda crisis general debe abrirse y se está abriendo paso a través de estas nuevas características de la sociedad; es lo que la diferencia, en ciertos aspectos, de la primera.

 

(7) Para más detalles, ver el artículo Los diferentes períodos en los que se divide la fase imperialista, Rapporti Sociali n.12/13 - Rapports Sociaux n.10.

 

(8) Remitimos a nuestros lectores al artículo de Arenas, Crisis de desarrollo o desarrollo de la crisis (Resistencia n.16, octubre de 1991). Este contiene la exposición teórica de la división de la fase imperialista en períodos.

 

(9) Ver capítulo 5, pág.81, del Programa, Línea política y Estatutos del PCE(r) aprobados por su III Congreso-Julio 1993 y publicados en octubre de 1993.

 

(10) Marx ha puesto de manifiesto en diferentes pasajes de sus obras:

— que la posibilidad de la crisis económica en el sentido capitalista (es decir, una crisis debidas a las relaciones de producción y no a la inadecuación de las fuerzas productivas para producir las condiciones materiales de existencia en cantidad suficiente para toda la población, sino al contrario una crisis con superproducción de bienes) surge con el comienzo de la producción capitalista, que es esencialmente una producción para la acumulación de capital en lugar de una producción para el consumo; esta posibilidad se desprende de la naturaleza misma del modo de producción capitalista y está presente desde el comienzo hasta el final;

— que es necesario comprender el desarrollo concreto de cada crisis, su causa y su naturaleza en base a las condiciones históricas concretas de cada sociedad y de cada fase.

En particular estudió las crisis cíclicas (decenales) que tuvieron lugar durante la primera mitad del siglo XIX, cuando el modo de producción capitalista estaba alcanzando su madurez y se estaban creando, por consiguiente, las condiciones para su superación. Entre ellas, ocupando el primer lugar, la clase obrera se estaba constituyendo como clase políticamente independiente de la burguesía y de otras clases populares.

 

(11) Esta tesis es claramente enunciada y demostrada por Stalin al comienzo de Fundamentos del leninismo (1924).

 

(12) Un ejemplo importante de lo que decimos es el ofrecido por Rosa Luxemburgo. Esta gran protagonista del movimiento comunista tuvo una concepción errónea del movimiento económico de la sociedad de su tiempo, pero tuvo la intuición exacta del carácter revolucionario de la fase. Es necesario añadir que no es suficiente con captar bien el movimiento económico de la sociedad para tener una comprensión exacta del movimiento político y aún menos para ejercer en él el papel de comunistas, es decir, de organizadores y dirigentes de la transformación revolucionaria del estado de cosas existente. Baste recordar dos ejemplos célebres, como el de Plejanov y Kautsky.

Y es que no se puede elaborar una concepción profunda, racional y científica del movimiento político ni una línea política científica, si no se comprende el movimiento económico de la sociedad. En efecto, el movimiento político no es un movimiento autónomo, sino un movimiento que tiene lugar en la superestructura del movimiento económico. A veces los motivos y la continuidad real del movimiento político no pueden ser descubiertos basándose exclusivamente en él porque residen en el movimiento económico. Algunos cambios políticos, incomprensibles si nos mantenemos en el plano político, se hacen comprensibles si se analiza su base económica.

 

(13) Ver Sobre la situación revolucionaria en desarrollo, Rapporti Sociali n. 9/10. La traducción en castellano de este trabajo se puede encontrar en la recopilación de escritos de los CARC publicada por el PCE(r) en mayo de 1993 bajo el título de Textos para el debate en el movimiento revolucionario europeo (II).

 

(14) Precisamente porque eliminan los acontecimientos aparentemente contrarios a sus tesis y a veces exageran los acontecimientos favorables, es por lo que sus análisis son poco convincentes y aveces suenan falsos.

 

(15) "Optimismo de la voluntad y pesimismo de la razón" es la fórmula utilizada por esos camaradas para justificar la contradicción en que viven y que sólo la comprensión del movimiento económico de la sociedad podrá resolver; de hecho, esta comprensión pone de manifiesto las razones de peso que existen para el optimismo y demuestra que el "pesimismo de la razón" es en realidad el "pesimismo de la razón burguesa", es decir, de la razón que elabora la experiencia de declive vivida por la burguesía.

 

(16) Ver a este respecto las tesis de los congresos y resoluciones de las reuniones del Comité ejecutivo (CE) de la III Internacional sobre el movimiento económico y, en particular, las tesis elaboradas por el economista de la IC, E.Varga. Un instrumento útil para realizar este análisis nos lo proporciona el estudio de los índices de la Internacional Comunista (1921-1939) y de La Correspondencia Internacional (1921- 939), publicados (en francés) por el Centro de documentación Filorosso. En relación con este tema se pueden consultar también:

— la parte dedicada al análisis de la situación internacional del Informe presentado por Stalin al XV Congreso del PC(b) de la URSS (1927).

— y los documentos del XIX Congreso del PC(b) de la URSS (1952).

 

(17) Un ejemplo de esto se puede ver, por lo que se refiere a España, en la Aproximación a la Historia del PCE, elaborada por el PCE (r), aunque sin afrontar el problema desde el punto de vista de la concepción que guiaba a la IC. El libro ha sido publicado en Italia por los CARC bajo el título de La guerra de España, el PCE y la Internacional Comunista.

 

(18)Uno de esos artículos, Crac bursátil y capital financiero, está incluido en la recopilación de Textos para el debate en el movimiento revolucionario europeo (II), publicado por el PCE (r) en mayo de 1993.

 

(19) Para la distinción entre la fase inferior del comunismo (o socialismo) y la fase superior, ver Marx, Crítica del programa de Gotha (1875).

 

(20) Un ejemplo: si la cuota de ganancia es de un 0,03 (es decir del 3%) y el capital acumulado es de 5.000, la plusvalía extraída es de 0,03 x 5.000 = 150. Cuando el capital acumulado ha llegado a 10.000, si la cuota de ganancia ha descendido a 0,015 (o sea al 1,50%), la plusvalía extraída es de 0,015 x 10.000 = 150. Es pues evidente que la plusvalía extraída en un ciclo de valorización puede aumentar o disminuir o quedar constante, con relación a la que ha sido extraída en el anterior ciclo de valorización, dependiendo de las variaciones de las dos magnitudes siguientes: 1) la cuota de ganancia y 2) el capital con el que comienza el ciclo de valorización. Naturalmente el proceso aritmético indicado invierte el proceso real. En el proceso aritmético, se saca la plusvalía de la cuota de ganancia y del capital. En el proceso real, la cuota de ganancia resulta de la relación entre la plusvalía y el capital. Este problema es analizado en detalle en el artículo La crisis actual: crisis de superproducción de capital, Rapporti Sociali n.0. Una parte del mismo se incluye en este folleto.

(21) Este aspecto particular de la teoría de la crisis general de superproducción absoluta de capital es examinada en detalle en el artículo Marx y la crisis de superproducción de capital, Rapporti Sociali n.0.

 

(22) Conviene remarcar aquí que la competencia no es la causa de la crisis, como afirman los burgueses cuando reclaman la protección del Estado para defender sus intereses -proteccionismo- sino solamente uno de los efectos de la crisis).

 

(23) Lenin lo demuestra ampliamente en los escritos citados más adelante, mientras que Rosa Luxemburgo malinterpreta este punto, afirmando que la imposibilidad, o las dificultades de la realización, se derivan de la falta de dinero.

 

(24) La tesis de que la causa de la crisis reside en el subconsumo de las masas populares (es decir, en los bajos salarios y en general en los bajos ingresos de las masas populares) ha sido expuesta sistemáticamente, en el siglo XIX, por el economista suizo Sismondi y refutada por los marxistas, sobre todo por Lenin. Por tanto es sobre esta tesis donde se han basado y se basan las recetas ilusorias con las que los políticos reformistas y las diversas categorías de "amigos del pueblo" tratan de desligar a las masas de la revolución. Esta es también la base de las interpretaciones de la crisis dadas por los "revolucionarios" partidarios del economismo y, en general, por todos aquéllos que limitan la acción de las masas a las reivindicaciones económicas, en detrimento de la lucha por la conquista del poder.

 

(25) Este determinado momento corresponde a una dimensión alcanzada por el capital acumulado y por consiguiente a un nivel alcanzado por la cuota de ganancia. Cuando el capital acumulado ha alcanzado un cierto nivel, una acumulación posterior crea ese conflicto. Ahí está, y únicamente ahí, el límite del desarrollo que los hombres contemporáneos encuentran realmente en su camino (y no en la falta de materias primas, de fuentes energéticas o de otros recursos naturales, como predican los diversos apologistas del capital, ingenuamente o de mala fe, como, por ejemplo, los portavoces del Club de Roma).

 

(26) Dado el reparto entre el capitalista empresario y el capitalista banquero o financiero, la disminución de la plusvalía se presentará por ahora como un balance en números rojos del empresario. Este debe dar (de hecho o nominalmente) un interés fijo al capital prestado, a las obligaciones, etc., así como una renta fija a los titulares de las condiciones naturales de la producción (terrenos, yacimientos, etc.). Si la masa de plusvalía disminuyera mientras que la masa de intereses y las rentas fijas se mantienen invariables, el balance quedaría en números rojos. Aquí se ve la "inconsistencia científica" de todas las teorías de la "ciencia económica" burguesa que postulan el balance de la actividad de cada empresa e imponen, en nombre del mismo, reestructuraciones, despidos, reducciones salariales, etc.

 

(27) Por consiguiente, la contradicción está por completo dentro del modo de producción capitalista, donde, de hecho, la producción de bienes y servicios no está concebida para satisfacer las necesidades de los hombres, sino para producir plusvalía.

 

(28) "Pero, en fin -podrían decir nuestros lectores-, bastaría que los capitalistas renunciasen a producir cada vez más mercancías. Reproducción simple en lugar de reproducción ampliada". Pero el capital, por su propia naturaleza, debe aumentar, valorizarse y producir plusvalía. El capital es un "valor que se valoriza". Esta ley se impone a todo capitalista, a través de la competencia: o aumenta el capital o quiebra. Si no hay reproducción ampliada del capital, no puede haber reproducción simple. Por el contrario, se produce una conmoción general de la economía y, por tanto, de toda la vida social, la competencia sin cuartel en los mercados, en las nuevas inversiones y en las rentas, guerras (no para "liquidar las mercancías que no se han vendido", como sugieren algunos de los que hacen del marxismo una caricatura, sino como instrumento necesario para resolver las crisis políticas que la crisis económica produce y como resultado de la movilización reaccionaria de las masas a la que la crisis obliga a la burguesía imperialista).

 

(29) Este hecho desmiente las tesis tercermundistas. Algunos compañeros se hacen también eco de ellas inconscientemente ante el intento de la burguesía imperialista de movilizar a las masas de los países imperialistas contra los pueblos de las semi-colonias, como si éstos "fueran la causa de nuestra ruina".

 

(30) No se trata de condenar, alentar o justificar una u otra actitud. No somos ni curas ni jueces. Se trata de comprender el origen material de la crisis cultural en curso a fin de identificar y separar las tendencias positivas, que es preciso apoyar, de las tendencias negativas que hay que combatir, a fin de acometer a fondo todo el trabajo de transformación que permiten las condiciones materiales.

 

(31) Todo el ruido que arman las principales instituciones imperialistas (de la ONU a los EEUU, al FMI, etc.) acerca de la superpoblación del planeta (ruido que ha tenido como caja de resonancia la conferencia de El Cairo sobre población y desarrollo, celebrada del 5 al 13 de septiembre de 1994) es solamente una defensa del modo de producción capitalista que no tiene necesidad de millones de trabajadores. Es una propaganda para preparar a los "pueblos civilizados" de los países imperialistas para la guerra de exterminio de los "pueblos no civilizados" y prolíficos de las semi- colonias; es una propaganda para movilizar a algunas clases de los países imperialistas para la eliminación de los sectores marginados que la misma crisis produce. Es una propaganda encaminada a preparar a los trabajadores de los países imperialistas para que acepten sacrificios, porque "ellos se encuentran en una mejor situación" que los trabajadores de los países semi- coloniales (aunque cada sacrificio hasta ahora aceptado, suponga también la ruina para los trabajadores de las semi-colonias). La falta de recursos naturales es proclamada descaradamente en medio de una situación de superproducción de mercancías y de superabundancia de materias primas, de recursos alimenticios y de productos energéticos.

 

(32) El resultado es que los diferentes programas "para salir de la crisis" propuestos a las masas por los adeptos del economismo son ilusorios y engañosos. Estos programas se circunscriben a algunas medidas económicas que las autoridades burguesas deberían tomar (por ejemplo: la reducción general de la jornada de trabajo, programas públicos sobre trabajos "socialmente útiles", etc.). Tras estas medidas la crisis debería cesar. La propaganda que hacen de los mismos los adeptos deleconomismo tiene como efecto real dividir a los trabajadores interesados por una determinada medida económica de los que se ven perjudicados por ella y desviar a los trabajadores de la lucha por el socialismo.

 

(33) [Nota redactada en 2001 para la traducción castellana]. En la literatura corriente la expresión "capital financiero" es usada generalmente bajo dos acepciones sustancialmente diferentes. A veces es empleada para referirse al conjunto de las actividades financieras: la emisión de títulos (acciones, obligaciones y otros títulos financieros) y las operaciones bursátiles y de las sociedades financieras. Otras veces es utilizada para referirse a esa forma específica de capital surgida e impuesta en el curso de la segunda mitad del siglo XIX, como fusión del capital productivo de mercancías y del capital bancario y bursátil, convertida en la nueva forma dirigente del capital en la fase imperialista. Es esta última categoría de la que habla Lenin para explicar las novedades de comienzos del siglo XX.

El capital financiero, entendido según la primera acepción, existe desde los comienzos de la época capitalista, junto al capital productivo de mercancías, siendo distinto a éste, aunque en algunos casos esté relacionado con él. En la fase preimperialista, la división entre la producción de mercancías y las operaciones financieras es lo principal. Marx en la sección 5 del libro III de El Capital, escrita en 1865, habla del capital financiero (que no por casualidad llama también capital ficticio) como de una forma de capital separada y distinta del capital productivo de mercancías. La fusión que lleva al capital financiero entendida en la segunda acepción y su conversión en la forma de capital dirigente de todo el sistema económico pertenecen a los decenios sucesivos a 1865. Cuando Engels publicó el libro III de El Capital, en 1894, era consciente que necesitaba“complementar” dicho texto, escrito en 1865, “en algunos aspectos de especial importancia, para ponerlo a tono con el estado de cosas existente en 1895” (Engels, Complemento y apéndice al tomo III de El Capital, mayo de 1895). Engels afirma expresamente que pensaba en dos añadidos, uno de los cuales se refería precisamente al capital financiero. De este último sólo ha dejado desdichadamente un esquema en el que afirma que “en 1865 la Bolsa era todavía un elemento secundario en el sistema capitalista”, mientras que la situación era ya algo diferente en 1895. “Desde la crisis de 1866 la acumulación se ha desarrollado con una velocidad crecientede tal modo que en ningún país industrial, y menos que en ninguno en Inglaterra, el desarrollo de la producción ha podido mantenerse a tono con la acumulación, ni la acumulación del capitalista individual ha podido encontrar salida para valorizarse plenamente en la ampliación de la empresa de dicho capitalista”.

Lo que es típico de la fase imperialista es la fusión de las dos viejas formas de capital para formar la nueva forma dirigente del capital. La doctrina de Lenin considera como principal su unidad y su división como secundaria. Cuando nos referimos a la fase imperialista, hablamos por tanto de un capital financiero en el que se funden en un todo único tanto las actividades productivas de mercancías mediante las cuales los capitalistas extraen la plusvalía a la clase obrera como las actividades financieras. Con estas últimas los capitalistas no sólo explotan económicamente también a otras clases de los países imperialistas y a los pueblos de los países oprimidos envolviéndolos en una telaraña de deudas, créditos y pagos y en una espiral de pagos a plazos, pólizas, impuestos, tarifas, derechos, patentes, intereses y precios de monopolio, sino que subyugan y dominan a unas y otros de mil maneras diferentes. A ello hay que añadir que en la fase imperialista sobreviven tanto el capital simple productor de mercancías como el capital bursátil y monetario del viejo tipo que han existido antes de que existiese el capital financiero. De ellos se puede decir lo que Marx afirma refiriéndose a otras categorías históricas: “...la categoría más simple puede expresar las relaciones dominantes en un sistema menos desarrollado o las relaciones subordinadas en un sistema más desarrollado, relaciones que históricamente existían mucho antes que el sistema se desarrollase en la dirección expresada por una categoría más concreta” que contiene las categorías más simples como sus determinaciones particulares. Pero “sería inoportuno y erróneo disponer [en la teoría económica] las categorías económicas en el orden en el que han sido históricamente dominantes. Su sucesión es en cambio determinada por la relación en la que se encuentran una y otra en la sociedad burguesa moderna y esta sucesión es exactamente lo contrario de la que parece ser su sucesión natural o de lo que corresponde a la sucesión del desarrollo histórico” (Grundrisse, Introducción de 1857). Algunas críticas dirigidas a nuestra tesis de la crisis actual como crisis general de superproducción absoluta de capital presuponen que también en la fase imperialista el capital simple productor de mercancías, más que el capital financiero, es la forma de capital dirigente. Así pues, nuestros críticos reniegan también de las enseñanzas de Lenin y de Engels. Algunos malentendidos y algunas críticas que se nos han hecho derivan de la confusión entre ambas categorías y de la arbitraria sustitución de una por otra. Debemos admitir que, en los escritos que hemos dedicado al análisis de la crisis actual, a partir de 1985, hemos favorecido también esa confusión al emplear indistintamente para las dos acepciones la misma expresión de "capital financiero". Pedimos pues a nuestros lectores que lean dichos escritos teniendo en cuenta las dos distinciones señaladas en esta nota: la distinción entre capital financiero y actividades financieras en la fase imperialista y la distinción entre capital financiero como forma secundaria del capital de la fase preimperialista y el capital financiero como forma dirigente de la fase imperialista.

 

(34) V. I. Lenin, El imperialismo, fase superior del capitalismo, 1916.

 

(35) (Si nos atenemos a las estimaciones corrientes, sólo el mercado de títulos financieros derivados (que no son títulos de propiedad de empresas productoras de bienes o servicios, sino títulos sobre títulos) ha alcanzado en 1994, 14.000 billones de dólares USA, es decir, el doble del producto interior bruto (PIB) anual de los Estados Unidos.

 

(36) Es, en un caso particular, la confirmación del hecho de que los precios de las mercancías en la fase imperialista están a mil leguas de la idea simplista que tienen los propagandistas del "libre mercado" como remedio a las "distorsiones" de la vida económica de la sociedad actual.

 

(37) Basta consultar a este respecto cualquier informe estadístico sobre la deuda de los Estados de los grandes países imperialistas y calcular en base a ella los pagos anuales que el endeudamiento hace necesarios, incluso si, por absurdo que sea, nada se ha producido.

 

(38) Ver Fuerzas productivas y relaciones de producción, Rapporti Sociali n.5/6, en particular la pág.33, y De nuevo sobre el balance de la experiencia de los países socialistas, Rapporti Sociali n.7 - Rapports Sociaux n.3/4.

 

(39) Esta tarea de la transformación socialista de la sociedad constituye uno de los elementos que determinan que de entre todas las clases populares, sólo la clase obrera puede dirigir la instauración de esas nuevas relaciones de producción y la creación de la superestructura correspondiente.

 

(40) Ver Tres cuestiones importantes e ineludibles, Rapporti Sociali n.7 - Rapports Sociaux n.3/4.

 

(41) Es decir, los que niegan que la fuerza motriz del cambio de la sociedad actual es la contradicción entre sus fuerzas productivas y sus relaciones de producción, que es precisamente lo que empuja a los hombres a sentir necesidades, a desear, a pensar, a hacer proyectos y a realizar la transformación profunda de la sociedad actual.

 

(42) "Justicia", "Libertad", "Inteligencia", "Verdad", "Igualdad", "Derechos del hombre", "Voluntad de Dios", "Conciencia revolucionaria", etc., existen verdaderamente como "realidades del pensamiento", como contenido de la conciencia de los hombres. En tanto que tales, no surgen de la nada, sino que son,

— por un lado, la forma en que la necesidad material, exterior al individuo, asume en su conciencia, al igual que la alegría se expresa por medio de cantos, danzas, poemas o de la risa, etc. ;

— por otro lado, el resultado de una limitada comprensión de la naturaleza de esa necesidad material.

Precisamente porque la contradicción material empuja a los hombres a librar una batalla, ellos deben imaginar y pensar también su objetivo. De ahí que, mientras no lo comprendan científicamente, necesiten representárselo como "Justicia", "Deber", "Voluntad de Dios", "Verdadero Cristianismo", etc.

 

(43) Ver A propósito de la situación revolucionaria en desarrollo, en Rapporti Sociali n.9/10 y Textos para el debate en el movimiento reolucionario europeo (II).

 

(44) Ver Tres cuestiones importantes e ineludibles, en Rapporti Sociali n.5/6 - Rapports Sociaux n.10.

 

(45) El hecho de que en ese período los comunistas no comprendiesen que la lucha por las reformas era la línea política principal a seguir en ese período dejó el campo libre entre las masas al revisionismo moderno y redujo a los comunistas a grupos sectarios, desligados de las masas e impregnados de concepciones idealistas (la traición de los jefes como causa principal del éxito temporal del revisionismo, el atraso de las masas y la conciencia "demasiado" avanzada de los comunistas, el vanguardismo y la pasividad, etc.).