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EiLE - Presentación / La Voce / Sumario


Guerra popular revolucionaria de larga duración, lucha armada de las OCC (*) y otros

La Voce n° 25, marzo 2007

 

Paso a paso, la estrategia de la guerra popular revolucionaria de larga duración (GPR de LD) va imponiéndose en el movimiento comunista como estrategia universal de la revolución proletaria. La situación revolucionaria en desarrollo empuja a todos los comunistas a adoptar una estrategia y la GPR de LD es la estrategia mostrada por la experiencia de la primera oleada de la revolución proletaria mundial.

Hoy, muchos sintetizan el malestar y el descontento general en la demanda de un mundo distinto del actual. Entre estos están los altermundistas. Algunos son soñadores más o menos geniales. Nosotros los llamamos idealistas. Son como los socialistas utópicos de tiempos pasados de los cuales Marx y Engels hablaron en el Manifiesto del partido comunista en 1848 (1) . Cada uno de ellos pone sobre la mesa, expone y propone sus deseos y sus “medicinas milagrosas” para “los males de nuestro tiempo”. Según nosotros, materialistas dialécticos, en cambio, el “remedio a los males de nuestro tiempo”, esto es, al capitalismo es dictado por los presupuestos que el capitalismo mismo ha creado. Consiste en su eliminación mediante la lucha de clases y en la sustitución del ordenamiento social burgués por el socialismo mediante la revolución socialista. Esta transformación, como cualquier otro fenómeno natural y social, se desarrolla según sus propias leyes. Los comunistas de todos los países deben proponerse descubrirlas y aplicarlas consciente y coherentemente. Solo así seremos capaces de construir un mundo distinto del actual.

La historia del movimiento comunista y en particular la primera oleada de la revolución proletaria mundial proporcionan una amplia experiencia de la lucha de la clase obrera para eliminar el poder político de la burguesía, instaurar su propio poder político y comenzar la transformación de las relaciones sociales. Para descubrir aquellas leyes es necesario 1. estudiar y sintetizar la experiencia pasada, internacional y del propio país y 2. estudiar y sintetizar la experiencia de la lucha de clases que se desarrolla a nuestro alrededor. Es así como paso a paso construimos una teoría científica de la revolución socialista para nuestro país, la teoría que debemos aplicar de manera consciente y sistemática en nuestra actividad revolucionaria, la estrategia de la GPR de LD en Italia.

Algunos nos reprochan el querer imitar la vía seguida en el siglo pasado en China por los comunistas chinos para dirigir la revolución de nueva democracia (2) . En realidad, nuestros críticos evitan examinar la experiencia de la lucha llevada a cabo por la clase obrera en nuestro país y en otros países imperialistas y extraer de aquella experiencia, en particular de sus éxitos y de sus fracasos, la estrategia con la cual dirigir la revolución socialista en nuestro país, que es uno de los principales países imperialistas.

En los artículos publicados en La Voce y dedicados a la estrategia de la GPR de LD hemos mostrado que la experiencia de la lucha por el socialismo en los países imperialistas (en particular en Europa y en nuestro país) enseña, con sus éxitos pero sobre todo con sus fracasos (de los cuales nuestros críticos se obstinan en no querer explicar sus causas mediante el materialismo dialéctico), que la estrategia de la guerra popular revolucionaria de larga duración es la síntesis de las leyes según las cuales se desarrolla la revolución socialista. Las derrotas sufridas hasta ahora por el movimiento comunista en Europa y en nuestro país fueron debidas principalmente al hecho de que los partidos comunistas no han seguido conscientemente la estrategia coherente con las leyes de la obra que intentaban dirigir: no la conocían y no habían sido construidos para poner en práctica esa estrategia. Han tratado de realizar una obra sin un conocimiento suficiente de las leyes que le son propias. Es principalmente esto lo que ha hecho vanos los heroicos esfuerzos prodigados por los sinceros comunistas que formaban la inmensa mayoría en aquellos partidos. Principalmente es esto lo que ha permitido que en aquellos partidos la influencia burguesa aumentase hasta alcanzar el predominio y conducirlos a la corrupción y la disgregación.

Mao Tse-tung nos ha proporcionado la elaboración más completa de la estrategia universal de la GPR de LD. Él la ha elaborado aplicándola al caso particular de la revolución de nueva democracia de un país semifeudal y semicolonial como la China de la primera mitad del siglo XX. Su elaboración esta referida a ese caso particular y esta comprobada por el éxito de la revolución de nueva democracia que él dirigió. En ella están, mezclados con los elementos particulares, también los elementos universales. Esclareciendo que es necesario distinguir las leyes universales de las leyes particulares de la GPR de LD, en su articulo publicado en el nº 17 de La Voce , el camarada Humberto C. ha esclarecido un punto importante que impedía que la estrategia fuese adoptada y aplicada universalmente.

Algunos de nuestros críticos continúan diciéndonos: “En Italia los agricultores son una pequeña parte de los trabajadores, son productores de mercancías integrados en el sistema imperialista, dependen para su actividad de los bancos, de los monopolios, del Estado burgués y de la Unión Europea: ¿cómo es posible que el campo cerque a la ciudad?”. Ellos contraponen a las condiciones específicas de nuestro país las formas particulares asumidas por la revolución de nueva democracia en algunos países oprimidos, semifeudales y semicoloniales, donde la cuestión agraria, la revolución democrática y la liberación nacional formaban parte del contenido de la revolución proletaria. Ellos eluden el deber de preparar, proyectar y organizar la revolución socialista en nuestro país sobre la base de sus características específicas: extraer de estas características específicas las leyes de la revolución en nuestro país y aplicarlas. Toda su ciencia se reduce a decir que antes o después la revolución estallará, que antes o después la clase obrera se sublevará. Pero en todos los movimientos revolucionarios que la clase obrera a dirigido en Europa, y específicamente en nuestro país, las insurrecciones, por ejemplo la de abril de 1945, siempre han sido el momento culminante de un movimiento revolucionario que ha creado las condiciones que han conllevado (en Rusia) o hubiesen llevado (en Italia, Francia y en otros países) a la instauración del nuevo poder sólo mediante una guerra civil. Ya Engels había reconocido que la revolución socialista no podía adoptar la forma de una insurrección popular análoga a aquéllas que tuvieron lugar durante las revoluciones burguesas (3) .

En realidad, nuestros críticos niegan la enseñanza de Lenin de que las revoluciones proletarias, y en particular las revoluciones socialistas, deben ser preparadas, planeadas e incluso organizadas por el partido comunista (4) . Esto no quiere decir que las revoluciones sucedan por imposición del partido comunista, que el partido comunista pueda convocar la revolución cuando quiera, que la revolución consista en un golpe de mano o en un golpe de Estado desencadenado por el partido comunista. Por lo demás, ni siquiera una huelga o una manifestación la puede desencadenar el partido cuando quiera: las induce solo después de haber creado o que se hayan creado las condiciones para que tengan éxito. Preparar la revolución quiere decir que las miles de operaciones y actividades que el partido comunista dirige en los ámbitos más variados y la propia construcción del partido deben confluir en una estrategia consciente y definida que conduce a la movilización revolucionaria de las masas populares que eliminarán el poder de la burguesía (destruirán su Estado) e instaurarán el poder de la clase obrera (el Estado de la dictadura del proletariado). El partido debe, ya hoy, trabajar para llegar a dirigir la lucha de clases, la resistencia que las masas populares oponen al avance de la segunda crisis general del capitalismo, a la eliminación de las conquistas, a la implicación en las agresiones a los países oprimidos y en las guerras imperialistas, a la destrucción del medio ambiente y de las condiciones de vida, a la marginación y al embrutecimiento de las masas, etc., con una eficacia tal que a la burguesía, para imponer a las masas populares estas “delicias” (que la burguesía no puede desdeñar), no le quede más que recurrir a la represión en masa, al estado de emergencia y a la guerra civil. Estas condiciones no se improvisan: son el fruto de la línea que seguimos hoy. No existen por tanto para nosotros comunistas dos periodos (buenos y pacíficos hoy, armados mañana cuando “estalle” la revolución). Existen etapas diversas del mismo movimiento revolucionario. Cada etapa está en función de la sucesiva. Cada etapa presenta formas diversas de la lucha de clases o, mejor, una combinación diversa de las variadas formas de la lucha de clases. De una etapa a otra cambia la forma de la lucha de clases que es principal.

Cuando hoy se dice que en Perú, en Nepal, en Filipinas, en Turquía, en la India está en marcha la guerra popular revolucionaria de larga duración, se dice una cosa cierta, pero se dice de forma que crea confusión. En realidad la GPR de LD está en marcha en todos los países en los cuales existe un partido comunista que aplica la estrategia de la guerra popular revolucionaria de larga duración conscientemente y con coherencia entre teoría y práctica. La diferencia está en el hecho de que esos países la GPR de LD ha asumido ya la forma más o menos desarrollada de guerra civil. Pero identificando guerra civil con GPR de LD, la parte con el todo y reducir la GPR de LD a la guerra civil, se consolida un grave prejuicio de nuestros adversarios, opuestos nominalmente o no a la estrategia de la guerra popular revolucionaria de larga duración: el prejuicio de que ésta consista por su esencia en el encuentro armado entre fuerzas revolucionarias y las fuerzas armadas de los reaccionarios (5) .

Hemos demostrado y clarificado muchas veces que en su esencia la guerra popular revolucionaria de larga duración consiste en la movilización de las masas populares contra la burguesía imperialista (en la revolución socialista) o contra las fuerzas feudales, el imperialismo y sus agentes locales (en la revolución de nueva democracia) y en su unión en torno al partido comunista, vanguardia organizada de la clase obrera, para desarrollar bajo su dirección la revolución.

Nuestros críticos reducen la revolución socialista al encuentro armado entre las fuerzas revolucionarias y las fuerzas armadas de la burguesía. Ciertamente, el enfrentamiento armado entre las fuerzas revolucionarias y las fuerzas armadas de la burguesía es una parte inevitable de la revolución socialista. Pero eso es sólo el aspecto decisivo o conclusivo de la revolución, un pasaje resolutivo e inevitable. No asumirlo como tal y no tenerlo debidamente en cuenta ya hoy (como hacen los oportunistas y los aventureristas) es erróneo. En realidad, la burguesía prepara ya la guerra civil: prepara fuerzas armadas mercenarias contrarrevolucionarias y las demás condiciones para la guerra civil, y de seguro no abandonará el poder sin emplearlas contra las masas populares, para conservar su poder e imponer la continuación de su ordenamiento social.

En general, en los países capitalistas la revolución proletaria nunca ha comenzado mediante un enfrentamiento armado entre las fuerzas armadas del partido y las de la burguesía. Ni siquiera la Comuna de París comenzó de esta forma: nació de la guerra franco-prusiana, como continuación de resistencia de las masas populares de París a la invasión prusiana tras la caída del imperio de Napoleón III (6) . Mucho menos se iniciaron así la revolución de Octubre, la Resistencia, etc. Mirad la experiencia concreta de nuestro país y de otros países imperialistas. Son las movilizaciones revolucionarias de las masas populares y las contradicciones propias de la burguesía misma (la represión en masa, los golpes de Estado, las guerras que han involucrado a las masas populares para hacer valer sus propios intereses, etc.) las que han conducido a la guerra civil y al encuentro armado. “Transformar la guerra imperialista en guerra civil”, fue la consigna lanzada por Lenin al inicio de la primera guerra mundial. Las sugerencia que él hizo en los años 1915 y 1916 al ala revolucionaria del partido socialdemócrata suizo (un país imperialista), muestran qué entendía él como realización de esa consigna en un país imperialista (véase a propósito el volumen 23 de las O. C. ).

Más veces en la historia de nuestro país nos hemos encontrado en los umbrales de la guerra civil entre burguesía y proletariado. Nos hemos encontrado cada vez que, por el concurso de las más diversas circunstancias, la movilización de las masas bajo la dirección del partido comunista era tal que las masas no se sometían pacíficamente a las maniobras de la burguesía, que la burguesía no era capaz de imponer a las masas populares sus intereses con la división, el engaño, la demagogia, etc.: en resumen, sin recurrir a las represiones de masa, al estado de emergencia, a la guerra civil.

En el curso de la actual crisis del sistema capitalista, la vida en los países imperialistas es por su naturaleza tal que la burguesía es capaz de conservar su poder sin involucrar a las masas populares en enfrentamientos armados ni en la guerra civil solo 1. si las masas populares sufren sin límites los tormentos y el embrutecimiento del abismo sin fondo al cual la burguesía nos está empujando y 2. si es capaz de movilizarlas a sus órdenes para saquear y depredar otras naciones y otros países. Esto es así si no existe un verdadero partido comunista marxista-leninista-maoísta. Por consiguiente, en estos años el deber de nuestro Partido es promover y organizar en todos los campos la resistencia de las masas populares al avance de la segunda crisis general del capitalismo, de tal forma que 1. su resistencia sea eficaz (que la burguesía no alcance a sofocar y embrutecer a las masas populares) y 2. las masas populares estén en condiciones de hacer frente con éxito a la guerra civil que tarde o temprano la burguesía imperialista desencadenará para imponer por todos los medios sus intereses. Esto es en síntesis el deber histórico de los comunistas en esta fase. Toda su labor teórica y práctica, todos sus esfuerzos y tentativas, todas sus experiencias de organización, de construcción del Partido, de trabajo de masas, de propaganda, de agitación, de organización de las masas, de formas de lucha, etc. deben reconducirse consciente y coherentemente a este fin histórico. En caso contrario se trata de retórica, de un ejercicio mental sin objeto, de desviación.

Promover la resistencia pero sin prepararse para afrontar la guerra civil, sería por nuestra parte de inconscientes y aventureristas, al estilo de los exponentes del maximalismo del viejo PSI (7) . Si consideramos la historia de nuestro país, vemos que más veces la lucha de clases ha llegado al borde de la guerra civil (el Bienio Rojo al inicio de los años 20, la Resistencia y los últimos años 40) o que se habría llegado si las masas populares no hubiesen sufrido las imposiciones y el terror instaurado por la burguesía (los años a caballo entre el siglo XIX y XX, la intervención en la primera guerra mundial, los años 70). Con una actividad más apropiada del partido comunista de la época, probablemente la lucha de clases habría asumido más frecuentemente las características de guerra civil. Idénticos acontecimientos muestra la historia en otros países imperialistas. En todas estas circunstancias el elemento que faltó fue la preparación del partido comunista de la época para guiar a las masas populares para afrontar con éxito la guerra civil que la burguesía imponía o amenazaba. En vez de guiar a las masas populares para avanzar, el partido, falto de preparación, las dejó sin guía o las indujo a retroceder y a someterse, o, como en España en 1936, participo en la guerra civil bajo la dirección de la burguesía de izquierda.

Es de la transformación de la guerra de exterminio no declarada en guerra civil y de la preparación del partido, de la clase obrera y de las masas populares en la guerra civil de lo que debemos hablar, teniendo en cuenta la experiencia pasada y la actual. No del asedio de la ciudad desde el campo, del papel principal de los campesinos, de zonas liberadas (reales o metafóricas) y de otras formas que la guerra popular revolucionaria de larga duración ha asumido en países con una composición de clase y una historia radicalmente distinta de la de nuestro país. La discriminación más importante hoy entre los que se dicen o se creen comunistas, es entre aquéllos que son conscientes de que nos encontramos en una situación revolucionaria y adecúan su actividad a ella y aquéllos que niegan que la situación actual sea revolucionaria, se escudan en el hecho de que todavía no se están desarrollando enfrentamientos armados, en que las masas populares no se han decantado aun por la guerra civil (cosa que sucederá sólo si los comunistas saben suscitar una resistencia y una movilización revolucionaria de las masas populares adecuada para no sufrir las imposiciones de la burguesía).

A la vez que avanzamos y para avanzar con mayor seguridad, con menos errores y más rápidamente, debemos elaborar y efectivamente elaboramos las leyes particulares que sigue la revolución socialista en nuestro país, además de comprender mejor y elaborar más claramente las leyes universales de nuestra estrategia. El Plan General de Trabajo del Partido, establecido en el acto de su formación en octubre de 2004, traduce tales leyes en directivas de acción para la primera fase de la GPR de LD. No se trata de especular y tratar de adivinar cuales serán en nuestro país (o en los países imperialistas en general) la forma de la GPR de LD en el futuro inmediato ni en las sucesivas fases de la GPR de LD (que sería querer deducir las formas concretas a partir del concepto). Se trata de construir y enriquecer el concepto a partir de las manifestaciones (formas) concretas que la lucha de clases ha asumido y asume. Para este fin debemos

1. tratar de vislumbrar y comprender a la luz de la teoría de la GPR de LD las formas que la lucha de clases ha asumido en los países imperialistas (y en nuestro país en particular) en la primera oleada de la revolución proletaria;

2. tratar de vislumbrar y comprender cuáles son las tendencias en nuestra lucha de clases que se desarrollan en torno a nosotros y en las cuales participamos, qué tendencias deben ser sostenidas y reforzadas y cuáles debemos combatir para que la GPR de LD progrese hacia la segunda fase: en suma las tendencias y las contratendencias que siempre existen en toda situación.

De esta forma, corrigiendo nuestro errores y aprendiendo de la experiencia, descubrimos las leyes de la revolución socialista en nuestro país y las aplicamos. Construimos así “la vía al socialismo en nuestro país” y la teoría que la refleja. En cada país (que es distinto de los otros porque tiene su propia “sociedad civil”, una cultura particular, una tradición propia o un Estado), los comunistas deben por tanto elaborar sobre la base de la experiencia propia una teoría revolucionaria (8) .

A este fin es importante también liberarse de los lugares comunes y prejuicios que obstaculizan nuestra libertad de pensamiento, nuestra capacidad de ver y nuestra actividad.

Uno de estos perjuicios está particularmente arraigado en nuestro país y sobre todo entre los jóvenes que no han vivido o de todos modos no conocen suficientemente la “lucha armada de los años 70”. El prejuicio que confunde la guerra popular revolucionaria de larga duración con la lucha armada llevada a cabo por las Organizaciones Comunistas Combatientes (OCC), sostenida en nuestro país por las Brigadas Rojas y por los camaradas “herederos” de la Segunda Posición de las nuevas Brigadas Rojas. Los camaradas de La aurora para la construcción del Partido Comunista Político-Militar en el último fascículo de la primavera de 2006, basan sobre esa confusión muchas de sus argumentaciones. Otros, camaradas o no, sobre la base de este prejuicio atribuyen al (n)PCI una “teoría de los dos tiempos” (lucha pacífica hoy y lucha armada mañana, la construcción del partido hoy y la lucha armada mañana) (9) .

Como concepción (como estrategia), la lucha armada llevada acabo por los grupos de comunistas (las OCC), no tienen nada que ver con la guerra popular revolucionaria de larga duración ni con el maoísmo. La constitución y la actividad de las OCC se corresponde con una estrategia que no deriva del maoísmo, sino de la teoría de la “propaganda armada” elaborada por algunos revolucionarios de América Latina (Marighela, Tupamaros, etc.).

¿Cuales son las principales y esenciales diferencias entre la estrategia de la GPR de LD y la estrategia de la “lucha armada de las OCC”?

Los instrumentos de la GPR de LD son el partido, el frente de clases y de las fuerzas revolucionarias, las fuerzas armadas revolucionarias.

Por tanto, las fuerzas armadas revolucionarias son solo uno de los tres instrumentos de la GPR de LD y no el principal, salvo en una fase particular de la GPR de LD. También cuando las masas populares deban hacer frente a la guerra civil y el enfrentamiento militar se convierta en la forma principal de la lucha de clases, ésta no será jamás la única forma de la lucha de clases. La propia movilización de las masas populares sobre el terreno de la guerra civil es fruto de la construcción y formación del Partido. Sin la iniciativa del viejo PCI no hubiese sido posible la Resistencia. Entre todas las condiciones de la GPR de LD, la construcción y formación del Partido es la decisiva y la más difícil de realizar. El factor decisivo es la construcción de un partido comunista capaz de dirigir al menos las formas principales del actual movimiento de las masas según una línea revolucionaria.

En segundo lugar, las fuerzas armadas revolucionarias no están constituidas por comunistas. Algunos comunistas forman parte de las fuerzas armadas, son promotores de las fuerzas armadas y aseguran la orientación revolucionaria de las fuerzas armadas. El partido comunista dirige las fuerzas armadas revolucionarias. Pero las fuerzas armadas previstas en el ámbito de la estrategia de la GPR de LD están compuestas por las masas populares, enrolan elementos de las diversas clases de las masas populares, como hacían los Arditi (**) del popolo en los años 20, como hacían las Brigada Garibaldi durante la Resistencia (1943-1945), como hizo el V Regimiento al inicio de la guerra civil española (1936-1939) e incluso como hicieron las Brigadas Internacionales que llevaron ayuda a las masas populares españolas contra el golpe de Estado de los Generales. Las fuerzas armadas revolucionarias son una forma de movilización y organización de las masas populares promovida por el partido comunista, no son una forma de organización de los comunistas. Éstos desarrollan su papel en la GPR de LD precisamente porque movilizan a las masas populares para hacer frente incluso militarmente a la guerra civil que la burguesía desencadena para conservar su régimen y su ordenamiento social.

Por el contrario, las OCC son organismos compuestos únicamente por comunistas que operan con las armas. Las OCC son “organizaciones de partido”. La lucha armada de las OCC es realizada únicamente por comunistas. Según esta estrategia, el partido comunista debería de nacer y estar constituido por grupos armados que mediante su ejemplo, golpeando a los reaccionarios, golpeando los intereses de los reaccionarios, etc. convencerían a las masas populares de que rebelarse es justo y posible, suscitarían una rebelión creciente entre las masas populares y a la vez inducirían a los reaccionarios a limitar sus vejaciones, impedirían ésta o aquélla maniobra de los reaccionarios. El principal obstáculo al desarrollo de la lucha de clases hoy sería la falta de ejemplos de lucha armada. El factor decisivo sería la creación de OCC, grupos de comunistas que practican la lucha armada y con su actividad hacen ver a las masas qué deberían hacer. Esta línea política implica una concepción de la sociedad y de la lucha de clases distinta del marxismo y del patrimonio teórico que el movimiento comunista ha construido en su historia desde su fundación hasta hoy.

Los partidarios de la lucha armada de las OCC constituyen grupos armados y cuentan con que poco a poco, gracias a su ejemplo, el movimiento de las masas asuma las formas organizativas y los métodos de la lucha de sus grupos armados.

Nosotros trabajamos para tomar la dirección de las formas de lucha que componen el actual movimiento de las masas, hacemos de estas luchas una escuela de comunismo y componentes de la lucha revolucionaria para hacer de Italia un nuevo país socialista.

La guerra popular revolucionaria de larga duración (así como la línea de masas, la lucha entre las dos líneas dentro del partido, la revolución de nueva democracia) es la consciencia finalmente alcanzada por la línea que el movimiento comunista ha seguido en su larga historia, aunque haya sido de forma inconsciente y por tanto de modo aproximado e incoherente (de ahí sus éxitos y sus fracasos). La estrategia de la lucha armada de las OCC en cambio es una invención nacida en los años 60 del siglo pasado, en un periodo de dispersión del movimiento comunista (dominado por los revisionistas modernos). Sus inventores no han pretendido jamás “conectarla” con la historia precedente y universal del movimiento comunista, ni de encontrar sus fundamentos en la experiencia de éste.

Cuando en la primera mitad de los años 70 en Italia se constituyeron las viejas Brigadas Rojas, éstas eran la punta de lanza más avanzada del movimiento reivindicativo de las grandes masas de nuestro país, en particular del movimiento reivindicativo de los obreros. Trataban de dar a éste una salida política que el PCI, dominado por los revisionistas, negaba. Éstas comprendían en si una doble naturaleza: 1. la voluntad de reconstruir el partido comunista como Estado Mayor revolucionario del movimiento de masas tal como era, para que pudiese ulteriormente desarrollarse (línea comunista); 2. la voluntad de sustituir con el propio ejemplo un movimiento armado al movimiento de masas tal como era (línea militarista). La lucha entre estas dos líneas constituye la verdadera historia racional de las viejas BR, la razón de su éxito y de su fracaso (10) .

La relación entre la lucha armada de las OCC y la guerra popular revolucionaria de larga duración ha sido sugerida 1. por el hecho de que toda guerra popular revolucionaria antes o después se transforma en enfrentamiento entre fuerzas armadas, 2. por el hecho de que en China, en los años 20 del pasado siglo, el PCCh toma muy pronto, a tan solo seis años de su fundación, la dirección de fuerzas armadas populares y ya antes, desde su fundación, desempeña un papel importante en las fuerzas armadas revolucionarias nacionalistas. Pero Mao ha explicado claramente que eran algunas particularidades de China las que habían hecho posible y necesaria esta forma de lucha de clases desde los primeros años de vida del partido comunista (11) . Por lo demás Mao se ha cuidado mucho de universalizar todas las leyes de la guerra popular revolucionaria china. Por el contrario, muchas veces ha subrayado que es necesario tener en cuenta las condiciones particulares del momento histórico y del país (12) .

Otra objeción que algunos ponen a la estrategia que nosotros proponemos es que se trataría de “un plan construido sobre la mesa”. Éstos, en efecto, ponen por delante que es imposible establecer a priori “como irán las cosas” en una revolución hecha por las masas populares. Se trata de una objeción que debemos examinar con detalle. En efecto, en esta objeción están implícitas muchas cuestiones de gran importancia. Examinarla nos permitirá examinar a fondo sus implicaciones.

Quien hoy nos objeta que nuestra estrategia es “un plan construido sobre la mesa” niega que sea posible establecer una estrategia que guíe todo el trabajo del partido comunista. Toda estrategia sería “un plan construido sobre la mesa”. Antepondría al libre espontáneo desarrollo de la revolución dictado por las acciones y reacciones de las masas populares y de la actividad consciente y espontánea de una multitud de actores no coordinados entre ellos, un plan que los comunistas trataremos de imponer al desarrollo de las cosas. El problema implícito en esta objeción por lo tanto se reduce a lo siguiente: “¿Es posible establecer una estrategia de la revolución proletaria?”. Nosotros respondemos que no sólo es posible, sino necesario, indispensable, vital trazar una estrategia. Y en efecto, que se construya sobre una mesa o sentados en una tapia o bajo un árbol, es innegable que toda nuestra estrategia es un plan construido por comunistas, artificial, no existe por naturaleza ni es una verdad revelada. Nosotros sostenemos que en el proceso “práctica-teoría-práctica”, es necesario recavar de la práctica una teoría y con ésta guiar la nueva práctica. El problema es si la teoría, que se elabora desde la práctica realizada y con la cual se intenta guiar la nueva práctica, es justa o no.

Esta objeción que hoy se hace a la estrategia que nosotros seguimos y proponemos no es una objeción nueva. Desde que hemos entrado en la época imperialista y la preparación consciente de la revolución (estrategia-plan y organización-plan) fue puesta (por Engels y después por Lenin) al orden del día, a los comunistas se les ha puesto esta objeción. En los partidos comunistas (que entonces se llamaban socialdemócratas) se ha mantenido una lucha encarnizada entre las dos líneas sobre esta cuestión, aunque no siempre ha sido expuesta abiertamente. Es la cuestión del papel que en la revolución ocupa el elemento consciente y organizado y de la relación del elemento consciente y organizado con la espontaneidad. En otros términos, es la cuestión del papel del partido comunista y de la teoría respecto al movimiento espontáneo: aquello que tiene lugar sin que el partido lo haya previsto en su teoría ni promovido con la actividad de sus organizaciones.

Lenin fue quien condujo la lucha 1. para afirmar el rol del elemento consciente y organizado contra quien lo negaba o infravaloraba y 2. por establecer la relación justa entre este y la espontaneidad, contra quien negaba el papel y la importancia del movimiento espontáneo (e imaginaba, auspiciaba o quería construir un movimiento distinto del real). En el partido socialdemócrata ruso, a partir de 1905, tuvo lugar una lucha encarnizada entre los leninistas (los bolcheviques) que sostenían que era necesaria una estrategia (estrategia-plan) y un preciso plan organizativo (organización-plan) y los mencheviques. Estos sostenían que los bolcheviques mostraban pretensiones imposible, burocráticas, autoritarias. Sostenían que no era posible definir la estrategia y estructura organizativa, que los comunistas debían ser “libres” de toda estrategia, dispuestos a adaptarse a aquello que viniese (estrategia-proceso, organización-proceso).

La experiencia ha demostrado que sin el factor organizado y consciente es imposible desarrollar con éxito ninguna revolución proletaria. Es más, sólo el factor organizado y consciente hace posible una revolución proletaria. Ciertamente, como en los demás campos, también en la lucha de clases la teoría es siempre más pobre que la realidad, la realidad es infinitamente cognoscible. Pueden darse en la vida de una sociedad virajes y acontecimientos imprevistos. Un partido revolucionario, además de ser adiestrado para llevar a cabo las diversas y contrastadas operaciones tácticas, debe también ser capaz de cambiar de estrategia si se verifican en la realidad acontecimientos que desvían el curso que las cosas estaban siguiendo. Un partido revolucionario debe ser capaz de cambiar de estrategia si cambian las condiciones que la habían dictado, si se presenta la posibilidad de acciones imprevistas. Debe de ser capaz de darse cuenta en su práctica de los factores no previstos, imprevistos, nuevos. No debe desarrollar su estrategia de modo pedante, recargándola de detalles que no sirve para guiar su actividad presente pero proyectan sobre el futuro ideas, aspiraciones y sentimientos del presente y particulares (“el menú de restaurante del futuro”). Pero elaborar la propia teoría sobre la realidad es una cosa, renunciar a la teoría es otra. Sería trabajar a ciegas, ser sorprendido por los acontecimientos, renunciar al materialismo dialéctico e histórico. Estos hechos nos enseñan que también en el desarrollo de la humanidad, la libertad y la creatividad de miles y millones de individuos y grupos sociales dan lugar a un proceso que sigue sus propias leyes que nosotros podemos descubrir y emplear en la lucha de clases. Los oportunistas se oponen a discutir y trazar una estrategia, sostiene que es necesario navegar a la vista, aprovechar la oportunidad, precisamente porque discutir y trazar una estrategia quiere decir poner de manifiesto la división de clases, considerar los intereses enfrentados y antagonistas de las clases, las acciones que cada clase desarrolla de conformidad con sus intereses, etc. En suma los oportunistas no quieren trazar una estrategia porque no pueden proponer abiertamente la sumisión de la clase obrera y de las otras clases populares a la burguesía y no quieren “atarse la manos”: subordinar su actividad a los intereses de la clase obrera. Hoy la expresión de moda es que subordinarse a los intereses de la clase obrera es ser “ideólogos”.

Los comunistas debemos elaborar una estrategia, aplicarla y poco a poco enriquecerla y precisarla con el balance de la experiencia. La estrategia del (n)PCI es la guerra popular revolucionaria de larga duración. Estamos cumpliendo la primera fase de esta guerra proletaria. Los deberes del (n)PCI en esta fase están resumidos en nuestro Plan General de Trabajo. Nosotros no escondemos que nos preparamos para hacer frente a la guerra civil que antes o después la burguesía imperialista desencadenará, cuando no haya otro modo para imponer a las masas populares las infamias de su régimen y de su ordenamiento social, esto es cuando, gracias a la actividad del Partido, la resistencia de las masas populares se torne más eficaz. En el futuro hacía el cual la burguesía imperialista nos empuja, los sufrimientos de las masas populares serán tanto menores cuanto más preparadas estén para hacer frente a las pretensiones y a las maniobras de la burguesía, a la guerra civil, a la “guerra preventiva” que es su último recurso para perpetuar su existencia y sus privilegios, su bárbara “civilización”.

Nicola P.



Notas

* Organización Comunista Combatiente.

1 Véase también, F. Engels, El socialismo de la utopía a la ciencia.

2 Como ejemplo de quienes nos critican señalamos a los redactores de la revista Teoría y Práctica . Reconocemos encantados a los redactores de T&P el mérito de ocuparse abiertamente de estrategia. Su insistencia en atribuirnos una estrategia distinta de aquélla que nosotros proponemos desde hace tiempo revela en cambio deshonestidad intelectual de frente a la falta de objeciones válidas.

3 F. Engels, Introducción a la reedición de 1895 del opúsculo de K. Marx Las luchas de clases en Francia de 1848 a 1850 . La tesis de Engels ha sido retomada e ilustrada en el opúsculo Federico Engels- 10, 100, 1000 CARC per la ricostruzione del partito comunista (1995), ediciones Rapporti Sociali. Cuando la revolución burguesa esta madura, una insurrección popular que derroca el viejo gobierno, sea cual sea el punto en el que se encuentre, halla en la “sociedad civil” una jerarquía, una estructura de poder ya constituida por las correspondientes relaciones económicas y, más genéricamente, sociales: esta estructura forma el nuevo gobierno. En la revolución proletaria una insurrección que derroca el viejo gobierno abre la vía al advenimiento de un gobierno proletario sólo si el movimiento político de las masas populares que ha precedido la insurrección, ha creado un poder alternativo al poder existente, capaz de tomar el lugar del poder que la insurrección ha derribado.

4 Para hacerse una idea de aquello que Lenin entendía por “preparar la revolución” en una situación revolucionaria en desarrollo (en concreto en el curso de la primera guerra mundial), léase el escrito Posiciones de principio sobre el problema de la guerra (diciembre de 1916) a propósito de la actividad del Partido socialista suizo.

5 Este prejuicio está tan difundido que a los redactores de la “revista marxista-leninista” belga Clarté (n. 6, diciembre 2006, pág. 33) decir que estamos desarrollando una guerra popular revolucionaria de larga duración sin hacer lucha armada les parece un abuso del lenguaje o una estafa política. Si los redactores estudiasen los argumentos que ligan la estrategia de la GPR de LD a la experiencia revolucionaria de los países imperialistas (y no sólo los que la ligan a la experiencia de los países oprimidos), argumentos que hemos expuesto muchas veces en La Voce , resolverían fácilmente la duda que les atormenta.

6 K. Marx, La guerra civil en Francia (1871).

7 Véase a propósito el Rapporto Della sezione di Torino del PSI , redactado bajo la dirección de A. Gramsci en mayo de 1920, localizable en la página web del (n)PCI lavoce.samizdat.net, sección Clasicos.

8 “Cada revolucionario piensa con su cabeza”: nos objetarán algunos lectores. Ciertamente. Como cada químico con la suya, pero no por esto cada químico se construye una química personal, una teoría personal de la unión atómica y molecular, de las reacciones químicas, etc. El objeto de la reflexión siendo el mismo para todos, aunque su reconstrucción en el cerebro de cada uno de los revolucionarios, salvo errores, es la misma con mayor o menor riqueza de detalles y amplitud del conjunto de un individuo a otro. Hay quien se opone por principio al “pensamiento Gonzalo”, al “camino de Prachandra”, etc. en nombre de la “libertad de pensamiento” de cada individuo, probad a pensar si por el mismo criterio se opone a la mecánica de Newton, a la relatividad de Einstein, al sistema periódico de Mendeleyev a las otras innumerables teorías científicas que ha adoptada cada una de ellas el nombre de su más ilustre descubridor y portavoz.

9 El periodista “experto en terrorismo” Gianni Cipriani, director del Centro de Estudios Estratégicos Internacionales nos atribuye la teoría “de los dos tiempos” en su articulo ( Segunda posición. Bases de la movilización para una nueva organización combatiente que se rehace conforme al modelo maoísta ) publicado en el nº 4, diciembre 2006 de la revista de inteligencia del CESINT.

** Organización antifascista, formada por anarquistas y comunistas, nacida en el verano del 1921 para oponerse a la violencia reaccionaria de las Camicie Nere.

10 Para un balance más completo de la actividad de las viejas Brigadas Rojas, ver el opúsculo de Pippo Assan, Cristoforo Colombo (1988), localizable en la página web del (n)PCI, sección Literatura comunista.

11 ¿Por qué en China puede existir el poder rojo? (5 de octubre de 1928) en Obras de Mao Tse-tung Ediciones Raporti Sociali vol. 2.

12 Véase a propósito, entre otros, las notas, en la edición china de las Obras escogidas de Mao, a los escritos ¿Por qué en China puede existir el poder rojo? (pág. 142 vol. 2 en las Obras de Mao Tse-tung Ediciones Raporti Sociali) y Problemas estratégicos de la guerra partisana antijaponesa (pág 171 vol. 6 en las Obras de Mao Tse-tung Ediciones Raporti Sociali). Véase también Algunas experiencias historicas de nuestro partido en las Obras de Mao Tse-tung Ediciones Raporti Sociali, vol. 13 pág. 203 y sig.