Sobre la naturaleza del nuevo partido comunista

lunedì 17 luglio 2006.
 

¿QUÉ PARTIDO COMUNISTA NECESITAMOS?

Sobre la forma de la revolución proletaria

Sobre la naturaleza del nuevo partido comunista


Sobre la naturaleza del nuevo partido comunista

La clase obrera tiene necesidad de un partido comunista que,

1. tenga una línea justa, es decir, una línea que recoja y sintetice la tendencia positiva de las masas populares en la fase actual (la segunda crisis general del capitalismo),

2. tenga una forma organizativa adecuada a la aplicación de su línea.

Es erróneo primero discutir sobre la forma organizativa sin haber resuelto el problema de la línea. La organización nace para aplicar la línea.

La organización debe adaptarse a la línea. Es la línea la que determina la organización, si bien obviamente la organización es la condición necesaria para aplicar la línea. Es la línea la que decide el tipo de organización del que hoy tenemos necesidad, no a la inversa.

La clase obrera tiene necesidad de un partido comunista. Esta es la primera lección que nos debe quedar clara y que deriva ya sea de la experiencia histórica o bien del análisis de la sociedad capitalista. La clase obrera tiene necesidad de un partido comunista porque el papel del partido comunista no puede ser desempeñado por la clase en su conjunto. Sólo la vanguardia de la clase obrera se organiza en el partido. La crisis de la forma-partido de la que tanto hablan los sociólogos y politólogos burgueses es la crisis de los partidos reformistas y burgueses del viejo régimen. El reformismo está en crisis porque la crisis general impide que las masas puedan arrancar nuevas reformas si no es en el contexto de un movimiento revolucionario para el cual los partidos reformistas están inadaptados: de ahí la crisis de los partidos reformistas que han perdido el terreno objetivo (las reformas reales que en el período del capitalismo de rostro humano habían efectivamente conseguido) sobre el cual habían basado su fortuna. Los partidos del régimen de la DC están en crisis porque todo el régimen está en crisis. Este era el régimen de la conciliación de intereses (25) y se encuentra en crisis al igual que están en crisis los regímenes de todos los países imperialistas que mejor han personificado el dominio de la burguesía en el período de recuperación y desarrollo, los regímenes impuestos al final de la Segunda guerra mundial. Hoy están a la orden del día las fuerzas burguesas que se ofrecen como promotoras de la movilización reaccionaria de las masas, aunque su progresión se ve todavía ralentizada ya sea por el atraso de las fuerzas revolucionarias, ya sea por el miedo que toda la burguesía tiene a la movilización reaccionaria, la cual, como se ha comprobado repetidamente, puede transformarse en movilización revolucionaria.

La línea general del futuro partido comunista deriva del análisis de la situación a la que antes nos habíamos referido al tratar de la forma de la revolución proletaria y que en la revista Rapporti Sociali ha sido ilustrada desde diversos ángulos y que los CARC han difundido ampliamente (26). Ella puede ser formulada del modo siguiente: "Unirse estrechamente y sin reservas a la resistencia que las masas populares oponen y opondrán al desarrollo de la crisis, comprender y aplicar las leyes según las cuales esta resistencia se desarrolla, apoyarla, promoverla, organizarla y hacer prevalecer en ella la dirección de la clase obrera hasta transformarla en lucha por el socialismo, adoptando como método principal de trabajo y de dirección la línea de masas" (27).

Esta línea ha sido formulada hace años, la primera formulación se remonta a 1992 y no ha encontrado hasta ahora serias objeciones por parte de ninguna de las Fuerzas Subjetivas de la Revolución Socialista (FSRS) de nuestro país. ¿Podemos suponer que es universalmente aceptada, o se trata de uno de esos casos en los que se dice por una parte que "es necesario hacer un serio debate teórico y político" mientras se evita con mucho cuidado ya sea realizar cualquier cosa ya sea entrar en el fondo de cuanto otros han elaborado? De cualquier forma es cierto que ninguna FSRS ha avanzado otras propuestas de línea general para el futuro partido comunista (28).

También hemos dicho repetidamente que ninguna FSRS, y en particular ni siquiera los CARC que han formulado y propagado esta línea, estaba en condiciones de aplicar esta línea dada la cualidad, la naturaleza de las fuerzas en cuestión (por consiguiente también para prescindir de los factores cuantitativos que pueden valer también para el partido comunista, por un tiempo más o menos prolongado) ¿En qué consiste la cualidad que faltando a las FSRS les impide aplicar la línea general del futuro partido comunista si no es de forma limitada y defectuosa? No es la composición de clase, porque el partido comunista luchará para organizar en sus filas la vanguardia de la clase obrera, aunque la composición de clase del partido tendrá seguramente desde su fundación limitaciones que sólo con la lucha serán superadas (29).

Nosotros tenemos en cuenta que la cualidad que distingue al partido comunista de las FSRS es un conjunto de características, la principal de las cuales consiste en esto: el partido comunista es un partido clandestino, pero no es una sociedad secreta. Intentaremos explicar a continuación el sentido y las razones de esta tesis nuestra.

El nuevo partido comunista tiene la tarea estratégica de ser el centro de la acumulación de las fuerzas revolucionarias: partido, frente, ejército. Su cometido consiste en recoger y emplear las fuerzas proletarias en el curso de la movilización revolucionaria para que se adelante a la movilización reaccionaria (o en la transformación de la movilización reaccionaria en movilización revolucionaria), en la guerra popular revolucionaria prolongada, en la guerra civil que es la síntesis de la lucha de las masas populares contra la burguesía imperialista. La clase obrera para situarse como clase que lucha por sí misma por el poder debe situarse como contendiente, como fuerza política sobre el terreno de la guerra civil (ya sea porque la situación que deberemos afrontar tenga por completo la forma de una guerra civil, ya sea porque adopte también la forma de una guerra entre grupos y Estados imperialistas) (30).

Para conducir la acumulación de las fuerzas revolucionarias a la victoria tenemos necesidad de un partido que se base en la clase obrera, que tenga como objetivo la instauración del poder de la clase obrera y la eliminación del poder de la burguesía imperialista, que subordine todo a este objetivo, que seleccione y forme a sus miembros, a sus dirigentes, a sus organizaciones y relaciones con las masas en función de este objetivo, que sea capaz de hacer frente mediante la resistencia a la contrarrevolución preventiva y a las agresiones desencadenadas por la burguesía, que tenga muy en cuenta la experiencia de los 150 años de historia del movimiento comunista, que aprenda de los éxitos y de las derrotas de la revolución proletaria, que tenga pues como teoría guía el marxismo-leninismo-maoismo.

El partido debe pues estar libre del control de la burguesía. No puede mantenerse y trabajar en los límites que la burguesía le permita, como otro partido de la sociedad burguesa. Las relaciones entre los grupos imperialistas (y entre las respectivas fuerzas políticas) pertenecen a una categoría distinta de a la que pertenecen las relaciones entre las masas populares (y la clase obrera que es su única potencial clase dirigente) y la burguesía imperialista: son relaciones que se desarrollan según leyes diversas. Los que de un modo u otro se obstinan en considerar estas relaciones como relaciones del mismo orden, sujetas a las mismas leyes, o caen en la politiquería burguesa (parlamentaria o afín) o en el militarismo: de hecho el acuerdo a espaldas de las masas y la guerra imperialista son dos formas alternativas con las que los grupos imperialistas abordan las relaciones entre ellos. ¿Quiere esto decir que la clase obrera (y su expresión política, el partido comunista) no está condicionada, de una forma u otra, por la burguesía? No. Quiere decir que el partido comunista no apoya su posibilidad de trabajar bajo la tolerancia de la burguesía, que el partido asegura la propia posibilidad de existir y de realizar su labor aun a pesar de que la burguesía recurra a la contrarrevolución preventiva, que el partido, gracias a su análisis materialista-dialéctico de la situación y a sus vínculos con las masas, se adelanta a las medidas de la contrarrevolución preventiva volviéndolas contra la burguesía. Quiere decir que el partido está condicionado por la burguesía como en una guerra en la que cada uno de los contendientes está condicionado por el otro y condicionado en cada fase de la guerra según la correlación de fuerzas y según la fase (defensiva estratégica, equilibrio estratégico, ofensiva estratégica), pero no sujeto a sus leyes y a su Estado, como lo están las masas en condiciones normales.

Desde sus inicios el movimiento comunista (31) ha afirmado claramente que la clase obrera tomaría el poder sólo mediante una revolución.

Una tras otra todas las afirmaciones de los socialistas y revisionistas sobre la vía pacífica, democrática, parlamentaria al socialismo han sido desmentidas en la práctica por la misma burguesía que, como F.Engels había señalado en 1895, no ha tenido ningún escrúpulo en "conculcar su propia legalidad", cada vez que ésta no aseguraba el mantenimiento de su poder. La participación en las elecciones y en general en una serie de otras actividades normales de la sociedad burguesa, en las que las organizaciones obreras participan como asociaciones libres entre otras, ha sido un instrumento útil para afirmar la autonomía de la clase obrera, pero desde el momento en que se ha iniciado la época de la revolución proletaria se han transformado en cadenas contrarrevolucionarias cada vez que han sido consideradas como instrumentos para la toma del poder (32).

La instauración de la contrarrevolución preventiva como corazón del Estado burgués moderno ha hecho permanente el empeño de la burguesía en prevenir e impedir el desarrollo del movimiento comunista, antes de tener que reprimir su éxito. Que, por consiguiente, la conquista del poder por parte de la clase obrera debe realizarse por vía revolucionaria, no es una novedad. Lo nuevo es que desde que la conquista del poder por parte de la clase obrera se ha puesto históricamente al orden del día, la dirección de la lucha por el poder, es decir el partido comunista, debe ser una estructura libre del control de la burguesía y de sus sistemas de contrarrevolución preventiva, es decir, debe ser un partido clandestino.

La clase obrera no puede combatir victoriosamente a la burguesía imperialista, no puede oponerse como su contendiente en la lucha por el poder, no puede pretender llevar a cabo la acumulación de fuerzas revolucionarias hasta revertir la actual correlación de fuerzas desfavorable con las fuerzas de la reacción, si tiene una dirección que esté sometida a las leyes y al poder de la burguesía.

No se trata solamente de contar con un aparato ilegal. Este lo han tenido todos los partidos de la Tercera Internacional: formaba parte de las condiciones para ser admitido en la Internacional comunista, era la tercera de las 21 condiciones, aprobadas por el II Congreso (17 de julio-7 de agosto de 1920). "En casi todos los países de Europa y de América -decía- la lucha de clases entra en un período de guerra civil. En estas condiciones los comunistas no pueden fiarse de la legalidad burguesa. Por todas partes deben crear, junto a la organización legal, un organismo clandestino, capaz de cumplir en el momento decisivo con su deber hacia la revolución. En todos los países en los que los comunistas no puedan desarrollar legalmente todo su trabajo, a causa del estado de sitio o de leyes de excepción, deben combinar sin vacilar la actividad legal con la actividad ilegal".

La experiencia de la revolución proletaria durante la primera crisis general del capitalismo (1910-1945) ha mostrado que los países en los que los partidos comunistas pueden desarrollar todo su trabajo legalmente, si su trabajo tiene éxito a pesar de la contrarrevolución preventiva, se transforman en países en los que los partidos comunistas no pueden desarrollar su trabajo legalmente. En los países donde no tenía la fuerza necesaria para llevar a cabo autónomamente esta transformación (por ejemplo, la Francia de los años 30), la burguesía imperialista ha preferido la agresión y la ocupación extranjera para que esa transformación se realizase. La lucha de clases ha entrado en un período de guerra civil por todas partes donde la clase obrera no ha renunciado a la lucha por el poder, por consiguiente, ella debe conducir su lucha por el poder como una guerra civil y los partidos comunistas, allí donde quieran mantenerse como tales, no pueden ni deben "confiar en la legalidad burguesa". Los partidos comunistas han podido desarrollar legalmente, a la luz del sol, todo su trabajo sólo allí donde la clase obrera detentaba ya el poder: en los países socialistas y en las bases rojas.

La experiencia ha demostrado que tener un organismo clandestino que entre en acción "en el momento decisivo" no basta para que los partidos comunistas sean capaces de dirigir con éxito a las masas y tampoco para evitar su decapitación y aniquilación. La acumulación y organización de las fuerzas revolucionarias debe llevarse a cabo "en el seno de la sociedad burguesa", pero por la fuerza de las cosas se desarrolla gradualmente. Por tanto no puede realizarse legalmente. El partido debe evitar, con una dirección táctica adecuada, el verse obligado a un enfrentamiento decisivo en tanto las fuerzas revolucionarias no se hayan acumulado, hasta haber alcanzado la superioridad sobre las de la burguesía imperialista. No basta pues con crear un organismo clandestino "junto a la organización legal". Es el partido el que debe ser clandestino, es la organización clandestina la que debe dirigir la organización legal y asegurar en cualquier circunstancia la continuidad y la libertad de acción del partido. El partido comunista debe ser un partido clandestino y dirigir desde la clandestinidad todos los movimientos legales que sean necesarios y útiles a la clase obrera, al proletariado y a las masas: esta es la lección de la primera oleada de la revolución proletaria.

La experiencia ha demostrado que los partidos comunistas para cumplir exitosamente su tarea deben "combinar la actividad legal con la ilegal", en el sentido preciso que la actividad ilegal dirige y es fundamento y dirección de la actividad legal, que la actividad ilegal es lo principal y la legal está subordinada a ella, que la actividad ilegal es absoluta y la actividad legal condicionada, relativa con respecto a la correlación de fuerzas entre la clase obrera y la burguesía imperialista, relativa con relación a las decisiones que la clase dominante considera convenientes para sí misma. La experiencia ha demostrado por otra parte que este tipo concreto de combinación de la actividad legal con la ilegal no debe ser aplicada solamente por los partidos comunistas de los países en los que "a causa del estado de sitio o de las leyes de excepción" la burguesía ha limitado la actividad legal, sino que debe ser puesta en práctica en todos los países, antes que la burguesía implante estados de sitio o leyes de excepción, antes que imponga a la actividad política del proletariado límites legales más restrictivos que los que impone a cada uno de los grupos de la clase dominante o de que de todos modos imponga límites más restrictivos que los vigentes. La burguesía imperialista impone en todo caso a la actividad política de la clase obrera, del proletariado, de las masas populares, límites de hecho que los miembros de la clase dominante no tienen (límites de tiempo, de dinero, de espacios, de cultura, de acceso a las armas, etc.), de tal modo que para la gran mayoría de las masas populares también los derechos reconocidos legalmente son escamoteados y quedan sólo como derechos sobre el papel.

La tercera de las 21 condiciones de admisión a la Tercera Internacional fue formulada para acometer la transformación en partidos bolcheviques (bolchevización) de los viejos partidos socialistas, que, como el PSI, se habían adherido a la Internacional Comunista porque así lo exigía el viento que soplaba entre las masas y sin embargo no estaban preparados en absoluto para desenvolver la función de dirección de las masas en el movimiento revolucionario de su país (33). Había sido introducida para corregir la "insuficiencia revolucionaria" de los viejos partidos socialistas que hacían cola para adherirse a la Tercera internacional. Sin embargo había sido formulada en términos conciliadores, con concesiones a las resistencias existentes en estos partidos a transformarse en partidos aptos para las tareas de la época. En conclusión, la experiencia ha demostrado que la tercera condición para la admisión a la Internacional comunista era inadecuada. En los países imperialistas los partidos comunistas que nacieron haciéndola propia se mostraron incapaces de hacer frente a sus tareas, debido también a la concepción estrecha, subordinada, de la acción clandestina que en ellos se mantuvo y que la tercera condición hizo suya (34).

Se desprende de ello que concebir la acción del partido comunista como una acción estratégicamente legal, considerar la legalidad como la regla y la clandestinidad como la excepción que entra en acción en las situaciones de emergencia, no prevenir el momento en el que la burguesía trata de aplastar al partido, no construir el partido con vistas y en función de la guerra civil, es contrario a seguir las leyes de la revolución proletaria. Los partidos comunistas que se han comportado de esta manera (desde el italiano al chino (35), alemán, español, indonesio, etc. etc.) han recibido duras lecciones.

La clandestinidad no impide desplegar una amplia acción legal en la medida que las condiciones lo permiten, sino que más bien hace posible todo tipo de acción legal, incluidas las actividades menos "revolucionarias", que se convierten en instrumentos para ligar organizativamente al campo de la revolución a los sectores más atrasados de las masas populares e influirles. Por otra parte, la clandestinidad no se improvisa y un partido construido para la actividad legal o principalmente para la actividad legal y que se ve sorprendido por la iniciativa represiva de la burguesía, difícilmente está en condiciones de reaccionar eficazmente a la acción de la burguesía que lo pone fuera de la ley, que lo persigue. Un partido legal no está por lo demás en condiciones de hacer frente eficazmente a la persecución, a la infiltración, a la corrupción, a la intimidación, a los chantajes, a las acciones terroristas de la contrarrevolución preventiva, de la "guerra sucia", de la "guerra de baja intensidad" y del resto del arsenal del que se dota la burguesía imperialista para oponerse al avance de la revolución proletaria. Un partido legal no está en condiciones de agrupar y organizar las fuerzas revolucionarias que el movimiento de la sociedad genera gradualmente y de empeñarlas, a medida que se generan, en la lucha para abrir el camino al proceso revolucionario, adiestrándolas y formándolas de esta forma.

El partido comunista debe tener pues una dirección clandestina, debe ser un partido que se construya desde la clandestinidad y que desde ella teja su "tela de araña" y lleve a cabo todo tipo de actividad en todos los campos. Debe ser un partido estratégicamente clandestino (que, por consiguiente, tenga su retaguardia estratégica clandestina), pero que destina a una parte de sus miembros a desarrollar tareas políticas legales, al trabajo legal de movilización de las masas y crea todas las estructuras legales que la situación permita crear. La relación numérica entre ambas partes varia según las situaciones concretas; actualmente y por un tiempo todavía indeterminado en nuestro país estará decisivamente a favor de la parte legal. El nuevo partido comunista italiano debe tener una dirección estratégica clandestina, pero actualmente la clase obrera y las masas desarrollan la mayor parte de su actividad política, económica y cultural no clandestinamente y son pocos los trabajadores dispuestos a comprometerse en un trabajo clandestino. La actividad defensiva y ofensiva de los trabajadores se desarrolla hoy en gran parte a la luz del sol, en actividades legalmente toleradas por la burguesía, limitadas y obstaculizadas pero no prohibidas. Es completamente inconsistente todo intento (hecho con el ejemplo y/o con la propaganda) de inducir a los obreros y a las masas populares a abandonar este terreno (en este vano intento consistió la desviación militarista de las Brigadas Rojas). Todo intento en este sentido lleva solo a dejar el campo libre a los revisionistas, a los economistas, a los burgueses. Solo en la medida que la burguesía imperialista impida el desarrollo legal de las actividades políticas y culturales que las masas están habituadas a desarrollar legalmente, ponga fuera de la ley, persiga, etc...(y es seguro que llegará a ello: basta ver "los progresos" que ya ha hecho en esta dirección por cuanto respecta a la libertad de huelga, a la expresión de las ideas y la propaganda, a la representación en las asambleas electivas; la burguesía no tiene otro camino, aunque conozca por experiencia el peligro que ese camino conlleva y haga mil esfuerzos por no tomarlo), sólo en la medida que los progresos de la actividad del partido comunista, de la clase obrera y de las masas populares, (así como su resistencia organizada al desarrollo de la crisis y a la guerra de exterminio que la burguesía imperialista lleva a cabo contra ellas) susciten una contrarrevolución potente (a la cual, sin embargo, el partido podrá hacer frente), sólo entonces, sobre la base de su experiencia, la clase obrera, el proletariado y las masas populares emplearán en la guerra a una parte creciente de sus fuerzas. Sólo entonces la guerra pasará a ser la forma principal en la que las masas puedan expresarse y a la que el partido estará en condiciones de dirigir victoriosamente.

El PCI, durante los años veinte, tenía un aparato clandestino, pero no una dirección clandestina; en 1926 fue ilegalizado; fue obligado a la clandestinidad; perdió la dirección (Antonio Gramsci); todavía en julio de 1943 no se aprovechó del hundimiento del fascismo para formar un ejército; se basó en la alianza con los partidos democráticos para una transición pacífica del fascismo a un nuevo régimen burgués; en septiembre del 43 dejó dispersarse al grueso del ejército, constituido por obreros y campesinos armados porque no estaba todavía en condiciones de darles una dirección concreta y no aprovechó el vacío de poder y el material militar que la fuga del rey y de gran parte de los altos oficiales puso a disposición de quien supiera aprovecharse de la situación. Sólo en los meses siguientes puso la guerra en primer plano, creó sus propias formaciones armadas antifascistas y antinazis y obligó a seguirlo a todas las demás fuerzas políticas que no querían aislarse de las masas y que pretendían desempeñar un papel en la postguerra.

El KPD (Partido comunista alemán) en el curso de los años 20 intentó varias insurrecciones (no casualmente fallidas) y en 1933 dejó detener a la dirección (Ernst Thaelmann); mantuvo organizaciones clandestinas, pero no consiguió movilizar en el plano de la guerra ni a los obreros comunistas (aunque el KPD había conseguido 5 millones de votos en las últimas elecciones de 1933), ni a los obreros socialdemócratas, ni a los judíos y demás sectores de la población que también eran perseguidos a muerte por los nazis.

El PCF (Partido comunista francés) se encontró en 1939 (el gobierno francés declaró la guerra a Alemania el 1º de septiembre) en una situación tal que miles de sus miembros fueron detenidos por el gobierno francés junto a otros miles de antifascistas, siendo barridas casi por completo las organizaciones del Partido. M.Thorez, secretario del PCF, ¡se presentó a la caja de reclutas para ser movilizado! A principios de junio de 1940 el PCF "instó" al gobierno Reynaud a armar al pueblo contra las divisiones nazis que desde el 10 de mayo se paseaban por Francia, obteniendo obviamente como respuesta el decreto del gobierno "francés" que obligaba a cada "francés" que poseía armas de fuego a entregarlas en las comisarías. Sólo desde julio de 1940 en adelante, después que las contradicciones entre los grupos imperialistas franceses hubiesen desembocado en guerra civil entre ellos (La Proclama de De Gaulle desde Londres tuvo lugar el 18 de junio de 1940), el PCF comenzará a reconstruir con heroísmo y tenacidad sus organizaciones y sólo a partir de 1941 gradualmente asumirá la guerra revolucionaria como forma principal de actividad.

¿Qué enseñanzas debemos extraer de toda esta experiencia histórica? Que hoy debemos construir el nuevo partido comunista a partir de la clandestinidad. La clandestinidad es una cuestión estratégica, no táctica. Es una decisión que debemos tomar hoy para estar en condiciones de hacer frente a nuestros enemigos de hoy y a los de mañana. La guerra popular revolucionaria prolongada es la estrategia de nuestro movimiento comunista y hoy es el aspecto dirigente de nuestra actividad. Las luchas pacíficas son un aspecto de la táctica del movimiento comunista y hoy son el aspecto más difundido de la actividad de las masas. No debemos dejarnos sorprender por las iniciativas represivas de la burguesía, ni que la movilización espontánea de las masas sorprenda al partido. Debemos tomar la iniciativa, adelantarnos a la burguesía y preparar nuestras pequeñas fuerzas actuales de forma que estemos en condiciones de recoger, organizar y dirigir en la lucha a las fuerzas que el curso de la crisis general del capitalismo produce de por sí en las masas, pero con fertilidad que será acrecentada por la justa actividad del partido comunista.

Lenin creó un centro estable e inatacable por la policía zarista para la actividad del partido en el imperio ruso, viniendo a Europa cuando todavía podía viajar. No esperó a verse obligado a la clandestinidad por el adversario. Desde el punto de vista operativo, es menos difícil pasar a la clandestinidad cuando se está todavía en una situación legal, que cuando se tiene a la policía pisándonos los talones y hemos sido sorprendidos por la iniciativa del adversario.

Debemos seguir el ejemplo del gran Lenin cuya justeza ha sido confirmada por la historia y adaptarlo a nuestras condiciones.

Cuanto hemos dicho hasta aquí debe ser suficiente para establecer claramente la diferencia entre, por una parte, la labor en la que estamos empeñados y a la que llamamos a contribuir a todas las FSRS y, por otra, todos los proyectos de "partidos revolucionarios que aceptan los límites legales". Debería bastar también con establecer una diferenciación entre esta tarea y las diversas sociedades secretas que existen y operan en nuestro país. Sin embargo merece la pena extenderse un poco más sobre esta cuestión. Después de las derrotas sufridas por las Brigadas Rojas a comienzos de los años 80, la línea de la "retirada estratégica" no ha llevado a la autocrítica de la desviación militarista que había generado la derrota y a la agrupación de las fuerzas para la reconstrucción del partido comunista (36), sino al nacimiento de cierto número de "sociedades secretas". En esa época la burguesía trataba de consolidar su victoria y la derecha del movimiento, que representa sus intereses, estaba por la liquidación de la organización revolucionaria y el retorno a la "lucha legal". Lo que la burguesía trataba de conseguir con las persecuciones, torturas, con el régimen carcelario especial y con los premios a delatores ("arrepentidos" o "desertores"), la derecha lo reforzaba con la línea de liquidación de las actividades y de las organizaciones clandestinas. Hay que destacar que los camaradas que han constituido las sociedades secretas se opusieron a la derecha y a la liquidación de la organización revolucionaria. Este es el aspecto positivo de su acción. El aspecto negativo se desprende de la esterilidad general de su actividad y reside en el hecho de que el movimiento comunista tiene necesidad del partido comunista, no de la sociedad secreta. Ya Marx y Engels en los años 40 del siglo XIX habían hecho frente y resuelto este problema sobre el que ahora es preciso volver. La crítica de Marx y Engels a la sociedad secreta como forma organizativa es recogida en la conclusión del Manifiesto del Partido comunista: "Los comunistas rechazan ocultar sus opiniones y declaran abiertamente que sus objetivos no pueden ser alcanzados más que con el derrocamiento violento de todo orden social existente". Los rasgos característicos y distintivos de la sociedad secreta son los de que su existencia es conocida sólo por sus miembros, que sus mismos miembros son iniciados por niveles (niveles de iniciación) en el conocimiento de los objetivos, de las concepciones, de los métodos, de la estructura y dirección de la sociedad. Una estructura de este tipo ha sido adaptada y está adaptada para agrupar en torno a un jefe o a un grupo restringido un círculo de personas cada una de las cuales tiene un interés personal en la protección y en general en las ventajas que la sociedad secreta ofrece a sus miembros. Que una estructura de este tipo fuese apta a la burguesía para la concurrencia en la que debía participar y que fuese adecuada también a la protección de los adeptos a algunos oficios mientras se mantenían como un grupo restringido y a cuyos miembros se aseguraba mutua protección, es un dato de la experiencia histórica. La razón de este dato histórico se puede comprender bien si reflexionamos sobre las relaciones sociales reales que están en la base de las dos situaciones indicadas. Es, por otra parte, evidente que no es una forma adecuada para agrupar y formar las fuerzas revolucionarias que se contarán y deberán contar por millones y para impulsar a la lucha política a una clase que las relaciones sociales corrientes excluyen de la actividad política. Marx y Engels entraron en la Liga de los Justos (que después se convirtió en Liga de los Comunistas) a comienzos de 1847, después que sus miembros se convencieron de la necesidad de eliminar los rasgos de la sociedad secreta. La lucha contra las sociedades secretas ha sido una constante de Marx y Engels también en los años siguientes. En la carta a F.Bolte del 23 de noviembre de 1871, en plena lucha contra la sociedad secreta fundada por Bakunin en la Internacional, Marx llegó a afirmar: "La Internacional fue fundada para sustituir a las sectas socialistas o semisocialistas por una verdadera organización combativa de la clase obrera... El desarrollo de las sectas socialistas y el desarrollo del verdadero movimiento obrero están siempre en proporción inversa. En tanto que las sectas tengan justificación (histórica), la clase obrera no estará todavía madura para un movimiento histórico independiente. En cuanto llegue a esta madurez, todas las sectas pasarán a ser esencialmente reaccionarias... La historia de la Internacional ha sido una constante lucha del Consejo General contra las sectas..." La estructura de la sociedad secreta es incompatible con la agrupación amplia de las fuerzas de la clase obrera, del proletariado, de las masas populares en torno al partido, es inconciliable con el centralismo democrático como principio organizativo del partido. El partido comunista está vitalmente interesado en dar a conocer a las más amplias masas posibles su existencia, su programa, sus estatutos, sus orientaciones, sus líneas particulares: no lucha por tomar el poder para sí mismo, lucha para que la clase obrera tome el poder y para construir un Estado "en vías de extinción", es decir, en el que la participación de las masas populares en las tareas de gobierno sea lo más amplia posible. Lenin defiende en el ¿Qué hacer?, la necesidad de un partido clandestino en el que los revolucionarios profesionales sean una componente esencial: pero el proyecto que delinea no tiene nada que ver con una sociedad secreta. Podemos reconocer los méritos que las sociedades secretas han tenido en los años 80 como agrupación provisional de camaradas que la derrota había dejado sin orientación y en condiciones organizativas muy débiles. Pero precisamente la falta de resultados de relieve en la actividad por ellos desarrollada desde entonces a esta parte creemos que confirma a cada camarada la incompatibilidad de las sociedades secretas con el movimiento comunista y, lo que más nos importa aclarar, la diferencia entre el partido comunista clandestino y cualquier sociedad secreta. ¿Cuál es la fuente principal de las fuerzas de un partido comunista? Las masas. ¿Y cómo pueden las masas dar su apoyo a un partido del que ignoran no sólo el programa y las orientaciones, sino además su existencia? La concepción del partido como sociedad secreta deriva de una concepción del mundo que infravalora la potencialidad revolucionaria de las masas y sobrevalora la fuerza de la burguesía. La sociedad secreta deriva de una concepción que, como la militarista, pone la técnica en primer lugar; lleva pues a los revolucionarios a enfrentarse con la burguesía en su terreno (las técnicas de las operaciones secretas, los complots, etc.) sobre el que es más fuerte que nosotros, en vez de ligarse a las masas y obligar a la burguesía a enfrentarse en un terreno que nos es favorable. Por consiguiente, a la larga, lleva a los revolucionarios a la derrota. La sociedad secreta es en suma hija de una concepción del mundo interclasista, como el militarismo. Esta concepción interclasista consiste en esto: la técnica es la técnica, es la misma para todas las clases. Todas las clases hacen la guerra de la misma manera, dicen los militaristas; todas las clases llevan a cabo de la misma manera las conspiraciones y operaciones clandestinas, afirman los seguidores de las sociedades secretas. Nosotros sostenemos en cambio que cada clase combate a su manera si quiere vencer. La clase de vanguardia, la clase obrera, puede obligar a la clase reaccionaria, la burguesía imperialista, a medirse sobre su terreno porque en la guerra popular revolucionaria no se trata de un grupo imperialista que quiere disputar cualquier riqueza a otro grupo imperialista, sino que se trata de lograr la dirección de las masas populares, conquistando su corazón.

Nos queda por afrontar una última objeción: ¿es posible construir un partido clandestino?

Nosotros estamos convencidos que la constitución de un partido clandestino es necesaria y posible. La clase obrera ha tenido en el pasado partidos clandestinos en diversas circunstancias: en la Rusia zarista, en la China nacionalista, en la Italia fascista y en otros muchos países. Los revisionistas modernos han alimentado y alimentan la imagen terrorista de la burguesía omnipotente cuando han querido privar a la clase obrera de un instrumento indispensable para su lucha revolucionaria. "Dios está por todas partes", "Dios lo ve todo", "Dios lo puede todo", dicen los curas; los portavoces de la burguesía y los revisionistas han sustituido estas viejas frases amenazadoras de los curas con "La CIA lo ve todo, está por todas partes, lo puede todo", "No se mueve una hoja sin que la CIA quiera" ¡y han puesto en el lugar de Dios omnipotente a una caterva de asesinos, espías y mercenarios sedientos de dinero y de hacer carrera! Si los movimientos revolucionarios de los EE.UU no han logrado desarrollarse, es, según su concepción, culpa de la CIA y del FBI. Si las Brigadas Rojas han sido derrotadas, "se debe a que el Estado ha comenzado hasta un cierto punto a combatirlas en serio". Y cosas parecidas. La omnipotencia de la clase dominante ha sido siempre un tema de la propaganda terrorista de la misma clase dominante y una justificación, ya sea de los oportunistas, ya sea de los derrotados que no quieren reconocer los propios errores y hacerse la autocrítica. Si la ferocidad y la inteligencia de las clases dominantes pudiesen impedir el movimiento de emancipación de las clases oprimidas, la historia permanecería todavía detenida en el esclavismo. La sociedad burguesa está plagada de contradicciones, en ella anidan muchos factores de inestabilidad, su desenvolvimiento contiene un número ilimitado de tráficos y trasiegos de todo tipo y para su funcionamiento la burguesía se ve obligada a buscar el respaldo de las masas que al mismo tiempo atropella: en suma es una sociedad que, más que las precedentes sociedades de clase, presenta aspectos que favorecen la actividad de las clases oprimidas que se han decidido a combatir. La posibilidad para un partido comunista de constituirse y operar clandestinamente depende, en definitiva, de su arraigo en las masas y esto depende a su vez de la línea política del partido, si ésta se corresponde o no con las condiciones concretas del enfrentamiento que las masas están viviendo (aun teniendo una conciencia limitada de ellas): ésta es la clave del éxito o de la derrota de un partido comunista. Por muy feroz y eficaz que sea la contrarrevolución preventiva, nunca ha conseguido impedir la vida y la actividad de un partido comunista que tuviese una línea justa y que en base a esta línea se nutriese del inagotable depósito de energías y recursos de todo tipo constituido por la clase obrera, por el proletariado y las masas populares. Es lo que con todas nuestras fuerzas trataremos que sea el nuevo partido comunista italiano.


Notas:

25. Sobre la naturaleza del régimen de la DC remitimos a El fiasco del 27 de marzo de 1994, en Rapporti Sociali n.16, invierno 1994-1995.

26. La línea general del partido, en F. Engels/10, 100, 1000 CARC por la reconstrucción del partido comunista, 1995, Ediciones Rapporti Sociali.

27. De Los Estatutos de los CARC, 1997, Ediciones Rapporti Sociali, pág.9.

28. Las formulaciones expresan el concepto, pero el concepto no se encuentra completamente definido en ninguna formulación. Si separamos la formulación del concepto, hacemos lo que hacen los juristas burgueses con respecto a las formulaciones de las Constituciones, de los Códigos, etc., con el resultado de que cada jurista u organismo hace decir a una misma formulación cosas diferentes. Si se repasan las publicaciones de los CARC, se encuentran a menudo formulaciones un poco diferentes de la línea general del partido comunista, utilizadas para expresar el mismo concepto. Con ellas se trata de expresar cada vez mejor el concepto, de recoger mejor en la formulación un aspecto del concepto que ha pasado a ser importante en la práctica, de prestar atención a la elaboración de una formulación que abarque cada vez más aspectos, que sea más exacta y exhaustiva.

29. Entre las FSRS italianas hay algunos que sostienen que el nuevo partido comunista debe tener entre sus miembros desde el comienzo a nutridos y representativos grupos de obreros de los mayores centros productivos del país.
Si estos compañeros piensan que el nuevo partido comunista debe nacer de la confluencia y del mandato de diversas organizaciones obreras actuales (como "rama política" de COBAS, SLAI-COBAS, etc.), al igual que a comienzos del siglo XX nació el partido laborista inglés por mandato, como “brazo político" de las Trade Unions, y como nacieron en el último cuarto del siglo pasado algunos partidos socialistas, incluido el PSI, en base a las sociedades de socorros mutuos y de otros organismos defensivos de la clase obrera, ellos también "quieren hacer retroceder el reloj de la historia".
Si en cambio quieren que se formen nutridos y representativos grupos de obreros comunistas antes de que se constituya el partido comunista, la suya es una pretensión arbitraria, semejante a la de los camaradas que quieren un partido que nazca ya reconocido por las masas como su dirección. Esta pretensión contrasta tanto con la experiencia del movimiento comunista internacional como con el desarrollo concreto del movimiento comunista en nuestro país. Es una pretensión arbitraria que lleva a aplazar para un tiempo indeterminado la constitución del partido comunista que hoy es necesaria y posible.
En cambio, nosotros compartimos plenamente la tesis de que la formación de nutridos y representativos grupos de obreros comunistas transformará al nuevo partido comunista y lo llevará a alcanzar un nivel al que nuestros actuales y modestos inicios habrán contribuido.

30. Ver a este respecto Rapporti Sociali n.4, 1989, págs 26-31.

31. K. Marx - F. Engels, La ideología alemana, 1845-1846, en Obras, vol.5.

32. Este concepto está bien ilustrado en Stalin, Fundamentos del leninismo, 1924.

33. Véase al respecto el Programa de Ordine Nuevo y de la sección socialista turinesa, abril de 1920.

34. ¿Es suficiente que un partido sea clandestino para que pueda acometer con éxito su labor? Es obvio que no. El factor principal del éxito de un partido comunista es su línea política. Si la línea política es equivocada, la estructura clandestina no librará al partido de la derrota. Sin embargo, la estructura clandestina hará menos difícil al partido extraer la lección de las derrotas y corregir la línea. El éxito del partido comunista depende en definitiva de su ligazón con las masas: una línea justa desarrolla la ligazón con las masas, una línea errónea reduce la ligazón con las masas, la obstaculiza. Si un partido comunista clandestino mantiene una línea errónea, a la larga no logrará ni siquiera mantenerse como partido clandestino y será derrotado también en este terreno, porque la clandestinidad del partido no es el fruto de la aplicación de una técnica, sino que sólo puede ser conservada gracias a la ligazón con las masas, al apoyo que el partido gracias a su línea es capaz de recoger entre las masas.

35. Hablamos del Partido comunista chino hasta 1927.

36. Véase sobre este tema CARC, F. Engels/10, 100, 1000 CARC por la reconstrucción del partido comunista, 1995, Ediciones Rapporti Sociali y Pippo Assan, Cristoforo Colombo, Ediciones della vite, 1988, Firenze.